martes, 2 de junio de 2015

El debate sobre El abrazo de la serpiente: ¿hacia un espectador emancipado?


Por Gustavo Fernández*


Reducir la polémica que provocó el estreno de El abrazo de la serpiente y su recepción entre críticos y académicos a lo relativo de los gustos personales, sería perder la oportunidad de aprender cosas más productivas y desafiantes sobre nuestro lugar como espectadores. Los debates que la película sigue suscitandalgunos de ellos cargados de insultos y descalificaciones personales o teñidos de misticismo cuasi religioso, voluntarismo nacionalista y vulgar desprecio por el "oficio de pensar"señalan  también el papel de la crítica y los medios, y su decisión de seo no ser ventrílocuos del poder, las instituciones y las versiones oficiales. Podría ayudar, no poco, hacerse una serie de preguntas, muy bien resumidas por Sandra Ríos, de Cine Vista Blog: ¿Están preparados los medios de comunicación para cubrir el cine nacional? ¿Lo entienden? ¿Lo conocen?  ¿Son capaces agrego de ver más allá de los triunfos y la aprobación "europea" y orientar una discusión menos acalorada que sin desconocer lo específico de las obras reconozca el lugar del cine en el diálogo cultural? Este texto del documentalista Gustavo Fernández, sin ánimo de cerrar ningún debate, sino todo lo contrario, da algunas ideas sobre estas cuestiones:


El debate que se instauró por las posturas de Pedro Adrián Zuluaga y Carlos Páramo, derivadas de sus visiones de la película El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra, es quizás de lo mejor que ha ocurrido recientemente en torno a la cartelera de cine a secas, no solamente respecto al cine colombiano. Y digo a secas, pues estoy de acuerdo en que el cine colombiano no tiene porqué ser visto con ojos especiales.






Ahora, cuando conocemos posturas o reseñas como las de Héctor Abad Faciolince en El Espectador, que apunta en dirección parecida a la de Manuel Kalmanovitz en la revista Semana, veo que críticos consuetudinarios como MK u ocasionales como HAF, ponen de presente que su intención es, como lo parodia Augusto Bernal, “orientar al público”, pero ¿a cuál público?



Y es aquí donde creo que hay que precisar que si bien ese público es heterogéneo, se rige, básicamente, por dos patrones diferentes de entender el cine, y por expectativas diametralmente distintas a la hora de ver una película.

Vale la pena recordar la dialéctica desarrollada por Jean-Louis Comolli** que da cuenta de una dualidad, la del cine contra el espectáculo. Por un lado está un espectador digno de su nombre “que en su historia el cine supuso y construyó más de una vez (...) capaz no solo de ver y escuchar –cosa que ya no debe darse por descontada sino de ver y escuchar los límites del ver y escuchar (...) ese espectador emancipado que prefiero dice Comolli–  calificar de crítico.” 

Pero el flujo espectacular del cine, cuya dominación ha ido mucho más allá de lo que anunciaba Guy Debord, hace de otros espectadores cómplices de las representaciones, “alienados  en lo que les hace gozar, en lo que les gusta, lo que los seduce, alienados (si aún es preciso este término)  en su propio deseo de alienación.” (Comolli cita  aquí a Jacques Rancière).

Hay un lúcido ensayo que acabo de recibir, que cuestiona los lugares que le asignaba Edgar Morin*** en El cine o el hombre imaginario a los procesos de identificación del espectador con el cine. Se titula Le subjectif de l’objectif (Lo subjetivo de lo objetivo) y en él, François Niney comienza por instalar la hipótesis de que el cine “es un aparato sicológico total o integral”, similar pero distinto a la literatura, “puesto que una novela es un relato que se hace mundo”, mientras que una película “es un mundo que se hace relato.” 

El cine no fabrica sentido con signos abstractos como lo escrito recordar a  HAF, opera con pedazos de mundo que llamamos planos (tomas). “Y estos registros están constituidos del mismo tejido que el mundo que vemos a ojo desnudo (...) y es la película la que escoge hacernos ver esos pedazos del mundo bajo un cierto aspecto (previsto), pues son visiones registradas, dirigidas. Y algunos espectadores se preguntarán 'vistas desde dónde, por quién, y para mostrar qué'.”  

Son estos espectadores los que entienden que el cine es ante todo un hecho cultural y es a ellos a quienes se dirigen PAZ y CP. Los otros no se lo plantean necesariamente, son espectadores que, por decirlo de forma simple, van al cine. Si hay algo sustancialmente diferente en las reseñas críticas de Pedro Adrián Zuluaga y Carlos Páramo, es que analizan las diferentes implicaciones culturales de una película asociándola con disciplinas como la antropología o la sociología y apuntan al sentido integral de lo estético, no como una simple consideración de gusto ("Estéticamente impecable, con un uso muy acertado del blanco y negro", como escribiera HAF).

En las entrelíneas de este debate se puede ver cómo hay un espectador que no espera ni busca nada más que ver algo bonito y bien construido, es decir, un cine como divertimento, un espectador que "mira desde su lugar, la película que ve en su lugar". Ese espectador necesita una guía o reseña ligera del tipo de las que hicieron HAF y MK. Pero el otro espectador también existe y decide, o por lo menos hay que suponerlo y construirlo, en nosotros y con los otros.

* Ex director de la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad Nacional y documentalista.
** Comolli ha hecho reconocidos aportes a los estudios cinematográficos, con libros como Ver y poder. Es además autor de importantes películas documentales.
*** Pensador francés, coautor con Jean Rouch de la emblemática Crónica de un verano (1960).

6 comentarios:

Anónimo dijo...

http://buhosenelagora.blogspot.com/2015/06/un-abrazo-para-todos.html

Anónimo dijo...

Los emisarios de los medios masivos pecan por falta de preparación y bases elementales de cine y ciencias sociales cuando comentan la película al gran público (reseñas, resúmenes de candidatos y ganadores de festivales, e incluso con sus preguntas en las entrevistas a Guerra). En el otro extremo, lo que muestran artículos como el de Pedro Adrian y Carlos Páramo es un deseo de correspondencia entre la película y las bases teóricas e información (obviamente no-ilimitada) que cada uno maneja. PAZ señalaba el papel de pedagogo de la reconciliación, lo cual para él es también la debilidad del filme al sacrificar "profundidad y desarrollo". Por otro lado, CP acusa a la película aparentemente por no ser demasiado pedagógica y correspondiente con las fuentes históricas indígenas al: no localizar fielmente a la Chorrera y hacer notar que es "un centro del recuerdo del genocidio cauchero"; tener "sitios vagos y ambiguos" en vez de lugares específicos; no mostrar el desgaste del personaje blanco enfermo; no mostrar tantos indios, pues así no se podría hacer una sesión futura como la que Manuel Cornejo hizo con Fitzcarraldo donde los indígenas podrían reconocer a sus familiares en la pantalla!! - ¿Cómo hacer una crítica que no exija a la película acomodarse por la fuerza a la formación del crítico, al credo de sus autores extranjeros favoritos e incluso a su gusto, sino que dialogue en términos justos y sin complejo de inferioridad con otros textos fílmicos, históricos o de otras diversas disciplinas pero valorando la especificidad del filme en la mayor medida posible? ¿Es posible primero elaborar criterios para valorar obras artísticas antes de empezar despacharse en comparaciones arbitrarias y simplificadoras con otras películas y materiales escritos (occidentales o no)? ¿Es posible citar de manera convincente las escenas, secuencias o planos donde al modo de ver de estos críticos se están cometiendo las imposturas o "debilidades conceptuales"? - Por ejemplo, Abad Faciolince dice: "El supuesto hombre blanco iluminado va a observar a los “salvajes” y de repente ve en ellos todas las virtudes, el depósito de toda la sabiduría ancestral, el receptáculo de la bondad, el equilibro y la ecología. Se le niega al “otro” su condición humana (contradictoria, compleja) y se lo eleva casi a la condición de ángel" - ¿En dónde concretamente podemos observar esto? Prácticamente apila a todos los indígenas y blancos de la película (que son bastante diferentes) para que su definición de diccionario de lo que él llama "el mito roussoniano del buen salvaje" funcione. Solamente veo ahí a un personaje bastante obediente con Rousseau e incluso con la ley de cine en su penúltimo párrafo, sin siquiera dudarlo un instante. ¿Estarían ustedes críticos, dispuestos a desacralizar a sus autores, categorías y definiciones al momento de referirse a una obra particular y más bien a fundar los suyos, propios, claros y consecuentes incluso antes de empezar a hablar?

Anónimo dijo...

*a fundar criterios suyos*

Anónimo dijo...

"En las entrelíneas de este debate se puede ver cómo hay un espectador que no espera ni busca nada más que ver algo bonito y bien construido, es decir, un cine como divertimento, un espectador que "mira desde su lugar, la película que ve en su lugar". - ¿Dónde se sugiere eso? ¿Qué quiere decir con eso de "la película que ve en su lugar"? Me parece que Gustavo no ha dicho mucho, y por más que trate de usar conceptos de Comolli, Ranciére, Debord, Niney, Morin, para que "El abrazo de la serpiente" se acomode a ellos, me pregunto si otras muchas películas y espectadores no podrían tratar de encajarse también ahí a la fuerza. Hay que evaluar al periodismo cultural y a la crítica de cine. ¿Y qué hay con la mención de "Lo subjetivo de lo objetivo" y la hipótesis de Niney? - Preguntar sobre esto equivale a desviar la atención hacia otro punto, y probablemente, si no existen herramientas para diferenciar o conectar lúcidamente, nos empecemos a gradualmente a separar de lo que es el filme en sí, hasta finalmente dejar de hablar del mismo para pasar a hablar únicamente del concepto de Niney. Ojala Gustavo y Pedro Adrian se arriesgaran a cuestionar a sus autores de cabecera, sólo por ver qué resulta.

Anónimo dijo...

Una vez más la crítica académica viene a tratar condescendientemente a aquellos que no vamos a cine a "divertirnos" pero que tampoco vamos a aplicarle la biblioteca de autores franceses y teóricos que terminan hablando de todo, menos de la película misma. Pretende Gustavo clasificar al espectador en solo dos corrientes o dos tipos: es lo único que me queda claro luego de releer por cuarta vez su texto que en su intento por mostrar profundidad y erudición, no dice mucho y lo poco que dice es una colección de citas, por cierto nada original.

¿En cuántas de las críticas de El Abrazo de la serpiente se habla de la misma película? ¿Cuántas secuencias son analizadas desde el lenguaje cinematográfico mismo?

En vista de que ya todas las "críticas" a la película han dejado de hablar de la película misma, que sea este debate una oportunidad para repensar la función de la crítica, lo que se propone desde ella y sobre todo bajo qué categorías pretende regirse. Si este año tendremos 64 películas colombianas, me parece apenas sensato tener una crítica apropiada y respetuosa con sus creadores que con seguridad propondrán constructos complejos con sus propios lenguajes.

Dejemos la torre de marfil anquilosada en los autores de cabecera con los que nos llenamos la boca (o las páginas) y hablemos de las películas mismas.

Anónimo dijo...

"No es el mito del buen salvaje en su versión más boba convertido en lindas imágenes cinematográficas. No es una composición torpemente alegórica de la supuesta jerarquía entre dos mundos. Esta película de Ciro Guerra es una fábula poderosa donde hay algo que se resiste a ser dicho. Y donde, como en la mejor literatura, como en las más penetrantes películas, el exceso de significado desborda cualquier intento de interpretación."

http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/nacional/item/la-river-movie-de-ciro-guerra?category_id=138