El arte narrativo le hace promesas a su público, especies de contratos de compra venta que se establecen desde el comienzo de las obras y le dan consistencia al horizonte de expectativas que guía la experiencia de consumo o lectura. Estos contratos pueden venir envueltos en formas expresivas (géneros o estilos) o insinuarse en elementos paratextuales como trailers, solapas de libros o entrevistas a directores, productores y autores. Hablo aquí de códigos o marcos, de mundos compartidos que facilitan la identificación y la transmisión entre el público, ya sea en ficciones cinematográficas o literarias, en documentales, en ensayos escritos o audiovisuales que narran con argumentos racionales. Una obra interpela también a una tradición, se ubica frente a esta para repetirla, comentarla, superarla, inaugurar otra. Ninguna cosa se produce en el vacío.
Ella, el segundo largometraje de Libia Stella Gómez, defrauda varias de las promesas que le tiende a sus espectadores. Desde el prólogo se siembran índices posibles de lectura o de inserción en lenguajes y tradiciones: una película en blanco y negro que representa sectores marginales de Bogotá como lo fueron en su momento desde Raíces de piedra de José María Arzuaga hasta La sombra del caminante de Ciro Guerra, el microcosmos social de un inquilinato, un filme coral asentado en la fuerza de sus personajes. El recorrido de la cámara, en este prólogo, termina en un encuadre donde aparece la propia directora, quien al hacerle un cierto guiño al espectador funda la idea de una película con elementos de autorreflexividad que ya se habían desplegado en la película anterior de Libia Stella, La historia del baúl rosado.
A medida que la narración avanza, Ella propone otros códigos y marcos posibles: por ejemplo un vínculo con el absurdo para desde ahí dialogar con referentes teatrales y cinematográficos (en el caso del cine colombiano reciente, está la segunda película de Carlos Moreno: Todos tus muertos) y desdecirse de la presunción de realismo con la que casi siempre se han abordado en el arte colombiano la indigencia y la exclusión social. Es en la mezcla y confusión de promesas y estilos, donde la película empieza a colisionar desde adentro.
La aventura de Alcides, el marido anciano que busca darle a su esposa un entierro digno que desborda sus posibilidades materiales, es el núcleo principal, pero compite en el interés narrativo con el de otros personajes: la niña maltratada, la madre que busca a su hijo desaparecido, la mujer que anhela sentido y amor, como si la "Ella" del título fuera una abstracción de lo femenino en tres -o quizá cuatro- etapas distintas de la vida. El problema no es que la película tenga varias líneas o que multiplique lugares y situaciones; lo que frustra es que resulta muy difícil encontrarse con un orden mayor que una todos estos cabos, y que ninguno de estos estilos o promesas -ni el realismo ni el absurdo, por citar dos- adquiera peso, entidad.
En la película hay fogonazos, elementos aislados a los que uno como espectador, para evitar perderse en el desinterés, trata de aferrarse. Uno de ellos es el leit-motiv del cuerpo como eje central que estructura todas las relaciones entre los personajes o la conciencia de los personajes sobre sí mismos: el cuerpo enfermo de la mujer de Alcides ("no me voy a dejar rajar") y el propio cuerpo envejecido y cansado de este; el cuerpo maltratado de la niña que se aproxima a una madurez donde lo que se abre como "expectativa" es continuar siendo un objeto de la violencia masculina; los cuerpos desaparecidos o asesinados por una guerra que nunca se hace explícita; el cuerpo de la esposa que hay que enterrar pero no se sabe cómo y que aporta las dosis de absurdo que tampoco llegan a definirse.
Ella es una película que extiende sobre el mundo representado una mirada tremendista y sombría. Concedamos que esta mirada aportaría unidad y solidez a lo disperso y fluido. Pero me voy a permitir discutir o al menos dudar de la pertinencia estética y política de esta mirada, pues la encuentro profundamente injusta con ese mundo y sus personajes. Por lo menos, está resuelta con indigencia expresiva: los excesos musicales que subrayan y ahogan la emotividad de ciertos momentos, el facilismo del recurso del color con el que supuestamente se introducirían la fantasía o el ensueño, son dos de esas decisiones estéticas que gritan o sobreexponen lo que tendría más fuerza si fuese apenas sugerido.
Vasos vacíos
De otro lado y en contraste con lo anterior, al presentar a sus personajes resignados, incapaces de entender, por ejemplo, lo que es un certificado de defunción, condenados a padecer o reproducir la violencia, dominados por un sentimentalismo básico, Ella no les hace un homenaje (como se afirma en la publicidad de la película) sino que los subhumaniza, refuerza la situación en la que viven sin ofrecerles nada a cambio. Sus acciones son mecánicas, son solo cuerpos. El cine colombiano debería preguntarse qué significa postular la existencia de estos "lugares vacíos". Cuando Víctor Gaviria o Luis Ospina y Carlos Mayolo, sitúan su mirada en personajes y locaciones dominados por la precariedad, se cuidan de no sustraerles su mundo imaginario y afectivo -por ejemplo su oralidad, sus formas de decir, su particular entonación cultural-; esta sustracción, en el caso de Ella, implica una nueva violencia (simbólica) sobre lo representado.
Películas como Rodrigo D. No Futuro o La vendedora de rosas, como Agarrando pueblo, Oiga vea o Asunción, o incluso como La sociedad del semáforo, Memorias del Calavero, Estrella del sur o Mambo Cool, restituyen el volumen de estos universos y actores, sus potencialidades de subversión y revuelta, lo que hoy se llama, con la indigencia propia del lenguaje académico, su "agencia".
Ya es hora de que dentro de este corpus de representaciones sobre barrios ajenos a la "normalidad" y de personajes desposeídos -que no termina de clausurarse-, el cine colombiano se pregunte desde dónde está hablando y no solo sobre qué.
Ver trailer:
23 comentarios:
Pedro, Es realmente necesario ese exceso lingüístico? Bueno; es una critica y están bien los aspectos que comenta, pone en juicio o apoya. Pero el exceso de palabras "bellas", "cultas", o "profundas" hace que su texto caiga en un afán estético y no proyecta a todo tipo de audiencia su valioso aporte! Saludos.
No comparto el artículo del señor crítico. Para nada considero que sea una mirada miserable acerca de los pobres, al contrario, considero que es la exaltación del sentimiento de quien estando en una situación semejante, entre otras cosas muy cotidiana en nuestro país, lucha por la dignidad de su mujer, "ni siquiera la muerte puede robarnos la dignidad".
Hay realidades que son inocultables y Ciudad Bolivar y todo lo que allí se vive (que no es más que un reflejo de lo que se vive en muchas regiones del país, de américa latina y del mundo), no es un invento de la cineasta, ni una creación para su obra, es el reflejo de situaciones que muchos quieren esconder, que muchos que nos las viven quieren ocultar, o como nos decía el gran Jaime Garzón, simplemente las toman como parte del folklore de nuestros pueblos. Restar mérito a una película simplemente porque cómo crítico no me gusto, le quita todo el valor que podrían tener sus aportes para el crecimiento del cine nacional, porque en últimas eso es lo que debe primar, si me gusto o no, perfecto, todos podemos tener diferentes opiniones, pero si no invitamos a la gente a que apoye las películas nacionales, si no la invitamos a que acompañe en las taquillas nuestras producciones, cómo podemos esperar que la industria del cine prospere en Colombia?
“ELLA” es una película bien cuidada hasta en sus más mínimos detalles, una película que nos permite conocer realidades, para muchos desconocidas y para muchos otros inexistentes, aunque sean palpables, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver; una película que dignifica la naturaleza humana, que pone por encima de los intereses personales, los problemas del colectivo; pero sobre todo “ELLA” es una película que respeta al público, que no toma como argumento central el ridiculizar al colombiano, el magnificar sus “Colombianadas”, sino que invita a la reflexión, a dar una mirada de consideración al otro, a ponerse en sus zapatos y a ser solidarios, elementos que en conjunto podrían contribuir a la construcción de un mejor país.
"Campesinos. Sucios. Feos. Ignorantes. No existen", les decía el paramilitar Salvo Costelo, a esos desarrapados antes de asesinarlos para justificar su criminal acción. Acabo de citar un fragmento de la excelente obra del maestro Fabio Rubiano, "El Labio de la Liebre", que por varias semanas estuvo en las tablas del Teatro Nacional.
Convergió por días con otra obra, esta vez en el cine, ELLA, de la directora y escritora Libia Stella Gómez. Su segunda película (la primera La Historia del Baúl Rosado).
Por qué las comparo si son dos apuestas distintas, porque convergen en traer a la vida real un tema que los colombianos, por motivos culturales o decisiones deliberadas, queremos ignorar: las víctimas del conflicto armado (Rubiano) y las víctimas de una sociedad indolente: los pobres, que los hay por millones en este país de exclusión, inequidad y desolación (Libia Stella).
Para eso es el arte, para poner de presente en las sociedades democráticas sus propias contradicciones y eso no gusta en Colombia. "El deje así", resume la actitud de esta sociedad que cree que ocultando sus propios problemas, por sí solos se van a resolver.
Y entonces de la obra cinematográfica de Libia Stella, ELLA, hoy en cartelera, he leído a críticos de cine poniendo en duda el sugestivo guión y la incuestionable realidad que percibimos en Bogota, solo que es al sur de la ciudad.
"Cinta Colombiana que retrata a los pobres como seres lastimeros sin recursividad ni sentido común", dice en la revista semana la guía del cine a cargo de Kalmanovich y la califica con una estrella y media.
Que un crítico despoje de un plumazo el esfuerzo de una mujer directora de cine que pone en el cine, con solida calidad cinematográfica, una propuesta surrealista además a lo Buñuel (Los Olvidados), un tema inherente a nuestra sociedad sin un análisis más de fondo y tres lineas, deja mucho que desear. Que injusto. Claro para el crítico de semana familias enteras con niños y bebés a bordo en un semáforo, pidiendo limosna a diario, son seres recursivos y creativos que se están dando una oportunidad en la vida. Vea pues, con que simpleza se mira a las víctimas de la pobreza. No se le ocurrirá pensar, al critico de semana, que esa pobreza que expone la cinta, es producto de un país desinstitucionalizado que hace insalvable, deliberadamente, la vida de estos miserables que describe en toda su dimensión la película?
Quiénes, con esa actitud, provocan la lucha de clases? No es propiamente la película ELLA, que es una obra de arte, además dirigida por una mujer.
Los invito a verla (Cine Colombia-Avda. Chile) no sólo por lo que representa para el cine colombiano, sino porque a través de obras como La de Libia Stella, en el cine y Rubiano, en el teatro, es que los colombianos nos enteramos de la verdadera realidad que los medios de comunicación, a diario, la maquillan de acuerdo con sus propios intereses.
JG.
Veo que en los comentarios se deslizan una serie de chantajes para intentar defender la película o condenar al crítico: que es una película colombiana, que es dirigida por una mujer, que habla de pobres de Ciudad Bolívar cuyas vidas son "insalvables". Esos argumentos expresan un "buenismo", una buena (falsa) conciencia típica de una izquierda "kitsch" (tomo esta expresión de Javier Cercas y de su libro "El impostor"). Creo que plantear el debate en esos términos es una equivocación, cuando lo que se está discutiendo no es lo representado sino el cómo, la mirada.
Vuelvo a las últimas líneas de mi reseña: "Ya es hora de que dentro de este corpus de representaciones sobre barrios ajenos a la 'normalidad' y de personajes desposeídos -que no termina de clausurarse-, el cine colombiano se pregunte desde dónde está hablando y no solo sobre qué". Esa es la tradición con la cual ELLA dialoga y considero justo evaluar la película de Libia Stella Gómez dentro de tal tradición, sin desconocer, por otro lado, que ese "desde dónde" se construye en la propia obra, no fuera de ella.
Quizá defraude que un periodista tenga que reducir el análisis de la película a dos líneas, como la hace Manuel Kalmanovitz. Sin embargo, él logra apuntar a algo que es fundamental en mi desacuerdo con la película y es cómo representa a sus personajes. Las películas con frecuencia acuden para su publicidad a frases sin contexto y sin análisis. En ese sentido, el comentario de Kalmanovitz tiene que ser leído en lo que propone como lectura de la película, perfectamente válido en su síntesis.
Respecto al exceso de palabras "bellas", "cultas" y "profundas", solo puede decir que cualquier texto escoge sus lectores. Pensar que no nos merecemos lo bello, lo culto y lo profundo (sin querer decir que mi texto lo sea) no lo puedo entender sino como un complejo de inferioridad.
Entiendo, aunque lo que quise decir es que tiene tantas tantas que uno acaba empalagándose. se puede hablar bueno y barato y aun así verse muy bonito... Sin embargo, me atengo a su comentario, un texto escoje su publico.. tal vez no soy exactamente el indicado para esta entrada. Buena noche Pedro.
Creo que nadie da la talla para este señor crítico, no solo usted. Es tan fácil criticar, pero tan dificil construir
y tan buen crítico es que ni siquiera coloca el trailer de la película, así la vería de bien, pero tranquilo, se que mi comentario al lado de todos sus argumentos ultraconstruidos y llenos de parafernalia, pues es insignificante, pero soy un espectador del común, que entiende lo que entiende la gente del común y ve en Ella una excelente producción. No se de cine, no soy culto como usted, pero tengo derecho a ver buen cine y buenas producciones como ELLA.
Decepcionante película. Varias cosas por decir:
1) Me temo que la película, como bien anota Pedro Adrián, plantea unos códigos que no se desarrollan en su complejidad y terminan teniendo una simplicidad ofensiva. El uso del color, por ejemplo, pretende ser poético y metafórico, pero francamente tiene la obviedad de los simbolismos de una clase de arte para dummies. Amarillo, azul y rojo. Adivinen qué pueden significar. Dice Libia Stella que pretende dar "una doble lectura metafórica que el espectador puede crear a su gusto". Bien por ella, pero qué suma en la totalidad como obra? ¿Qué unidad pretende darle? En un momento aparece un objeto que parece más fucsia que rojo, al lado izquierdo del plano, mientras la niña está en el centro del plano. ¿Qué doble lectura metafórica darle a eso? Ni siquiera se entiende del todo qué objeto es. Mucho me temo que Libia Stella abusa de este recurso, que por demás, desemboca en uno de los planos más kitsch del cine colombiano: Alcides se aleja en el cementerio enmarcado por el cielo azul. Y ni hablar del plano secuencia del inicio donde vemos a la directora, pretendiendo un distanciamiento que se queda en promesa y termina siendo más un juego al ego.
2) La representación de la pobreza que la película construye me parece muy problemática. En ese ir y venir de estilos y códigos que la película pretende, vemos como se desdibuja este tema hasta desembocar en la misma lectura obvia de los colores. "Pobrecitos los pobres" reitera una y otra vez la película hasta llegar a ser, a mis ojos, bastante ofensivo. Mientras Alcides recorre las calles (la iglesia, la estación de policía) se siente una intención por retratar el absurdo casi kafkiano de las instituciones frente al individuo. Pero el universo del inquilinato y de las otras mujeres parecen pertenecer a otra película. Cero coherencia. Incluso los vecinos del inquilinato se desdibujan en una masa que no dice nada. El tema del "certificado de defunción" que pretende jugar a ese absurdo kafkiano, termina haciendo de Alcides un personaje ofensivamente ingenuo. Parece olvidar Libia Stella que para construir una lógica del absurdo, el personaje que enfrenta a ese mundo que lo aplasta debe tener una inteligencia que contraste con el sinsentido. Todos ellos, desde su forma de hablar, hasta las anécdotas que sufren, terminan teniendo una simplicidad muy triste. El vecino que violenta a su hija, los ladrones que de vez en cuando pasan en off, el comprador de chatarra y quien intercambia una plancha por una olla, todos tienen la misma complejidad. Dice Libia Stella: “Hay gente que ha visto en mi película una exageración de la pobreza. Siento que eso es negarse a ver más allá." Creo que en lo que exagera es en la simplicidad de ese mundo, donde una y otra vez se reitera lo obvio. Francamente, no hay que ir a Ciudad Bolivar para intuir que la representación que construye la pelìcula es tan ingenua como simple. La película no revela nada ni potencia nada al respecto. Creo que es la misma Libia Stella la que no logró ver más allá. Se quedó concentrada en los aretes azules y en la banda sonora, que por demás, termina siendo más obvia y reiterativa que los violines de John Williams en una película de Spielberg.
3) Me sorprende la defensa de algunos comentaristas. Una cosa es que les parezca buena y sólida la película (que está bien, siempre y cuando argumenten desde la película el porqué) pero otra es pretender que porque es cine colombiano y además es dirigido por una mujer, entonces debamos alabarla. Hablemos desde la película misma. ¿Si en abstracto alguien hace una película en Ciudad Bolivar ya de entrada la salvamos porque es un "universo que existe allà afuera y del que hay que hablar"? Muy peligrosa esa posición. Y muy de la nada la comparación con "Labio de liebre"; una obra de teatro que en tanto construcción es más coherente, sólida, compleja y respetuosa que "Ella".
O.G
Los cineastas, la mayoría, educados en los códigos del cine de género (léase subgéneros de la ficción) tienen serias complicaciones cuando se enfrentan a la supuesta libretad del cine de autor. Parte del problema está en que no hay unas coordenadas, no digo un recetario, si no unos lineamientos que permitan al director crear con un estilo personal pero sin caer en la disonancia estética; la otra parte, más compleja aún, pasa por la sensibilidad del autor para construir su código con un estilo homogéneo. La teoría cinematográfica se está envejeciendo, es necesario replantear las reglas del juego. Está todo por hacer. Pedro, desde la crítica también se construye y, sobre todo, desde el análisis de la forma se podrá rehabilitar a ese "niño prematuramnte envejecido".
Qué bueno, la película es tan buena, que les ha dado a los críticos para hacer largas pastorales para tratar de convencernos y de convencerse a si mismos de lo mala que es. Excelente Libia Stella, excelente, los dejaste pensando y ese es uno de tus objetivos como cineasta.
Como toda crítica, es valida la representación de quien la escribe o produce, sin embargo reducirla a su mera estructura narrativa, eliminando sus componentes técnicos o estructuraciones poéticas, también limita las posibilidades del hacer cinematográfico, más allá, que la película pueda no ser el gran referente del cine colombiano actual, si desarrolla ese cine comunitario, regional o "pequeño" que han venido estructurando ciertas convocatorias distritales, y esta película lo lleva a un formato más grande y sólido que no se desliga de ciertos "lugares comunes" de la realidad de un país y continente....igualmente, las buenas, malas o decepciones críticas han mantenido a la película en cartelera por unos días más, que en teoría debería ser lo celebrable o meritorio, aunque suene igual de "reduccinionista".
Esta película es parroquial y lastimera. Además estoy cansado de
todo el spam que envía esta señora pidiendo que le apoyen la película, como si hubiera sacado 100 hipotecas para hacerla. ¿Por qué quiere también hacerse ver como la cineasta víctima y desprotegida ahora? - Vean las entrevistas: habla como si ella se hubiera inventado que el cine debe ser para pensar. Habla golpeado y recio pero no le hace frente a la crítica al menor intento de cuestionamiento. Llena de lugares comunes igual que el baúl rosado y el libro que sacó sobre la película de Buñuel. A quienes siguen a esta señora: por favor dejen el amiguismo y no caigan en el juego de que hay que apoyarla solamente porque es mujer o porque supuestamente la hizo con las uñas y con la ayuda de la comunidad. ¿De qué ayuda de la comunidad estamos hablando aquí?
El último comentario si es la tapa de las "críticas" si es que a eso se le puede llamar "crítica", no se tomo el trabajo ni de pensar en lo que iba a escribir. Qué no se le note tanto que es algo netamente personal.
Nunca llamé "crítica" a lo que escribí. Y pues obvio que es personal, o ¿acaso no puedo referirme a ella si no la conozco, o si no soy mujer? ¿o tengo que recoger cien firmas para decir lo que pienso? ¿o tengo que mirar un manual para ver cuál es la forma más objetiva de escribir? - Siempre el mismo argumento de "no se tomó el trabajo ni de pensar.." - "..no sabe de qué está hablando.." - ¿Se puede medir eso de alguna manera en un comentario corto? Jajaja, vaya y pídale bibliografía y evidencias a cualquier tweet ahora. La embarró por seguirme el juego. ¿Qué le enseñaron que es pensar? ¿Cómo el cine de esta señora es para pensar?
http://especiales.senalcolombia.tv/encinenosvemos/content/diez-peliculas-imperdibles-del-cine-moderno-en-blanco-y-negro
Ella, 2015
No nos podía faltar la cuota colombiana. Esta cinta que fue estrenada hace poco tiempo en las salas de cine del país, fue filmada por Libia Stella Gómez donde la ausencia de color, a diferencia de otros filmes, lo que busca es atenuar el dolor, las imágenes impactantes, los grandes errores del ser humano. Según aseguró la directora 'esta es una película más reflexiva que emotiva, era necesario encontrar un efecto de distanciamiento que enfriara un poco las emociones del espectador'.
La respuesta que estaban esperando los críticos: http://corolariocine.blogspot.com/2015/06/libia-stella-gomez-una-reflexion-sobre.html?m=1
...Ahora, una de las críticas más mordaces que me hicieron dice que hablo de “unos pobres lastimeros, sin recursividad, ni sentido común”. Hablemos de la recursividad y el sentido común: estas dos cualidades de Alcides responden a su propia lógica (la de buscarle un entierro digno a su muertita), no bajo la lógica que algunos creen que deben tener los pobres. Cuando Alcides se roba el agua bendita, bajo su lógica, un entierro digno necesita agua bendita, eso es recursividad y sentido común bajo su propia lógica, la de Alcides, no la lógica del cliché de quien no entiende esa manera de pensar. Para terminar con esto, he pensado todos estos días en algo que un amigo me contó que leyó sobre el Congo. En el Congo los niños se mueren de paludismo, las organizaciones humanitarias les regalan toldillos para que no les piquen los mosquitos, pero los niños se siguen muriendo de paludismo, cuando van a investigar, se dan cuenta que los toldillos los usan para hacer velos de novia, porque Ellas tienen derecho a casarse de la forma en que consideran digna. Es bajo su propia lógica. Alcides no entrega a la Policía el cadáver de Georgina, porque ve que le dan un mal tratamiento a los cadáveres y eso no es digno, ese hecho le causa un enredo, que ya sabes, es la historia que se cuenta en la película, pero al final logra lo que se propuso, un entierro digno, y todo bajo su propia lógica, recursividad y sentido común. Ahora lo de lastimero, no lo entiendo, la película es fuerte, ruda, sin concesiones a lo cliché o lo ridículo, pero jamás lastimera; Alcides, por su parte, jamás se queja, todo lo contrario, permanece siempre con la frente en alto, como debe ser...
Crítica de alguien que sabe de cine: http://www.elespectadorimaginario.com/ella/ El exquisito simbolismo de una muerte digna
Enrique Posada
Hay gente que sabe de cine https://www.youtube.com/watch?v=zX1RON29Cuo&feature=youtu.be
Sabemos que los seres humanos luchan por instinto y se adecuan al medio social que se les impone, pero el drama naturalista precisa de arquetipos que caigan en un drama que los consume, esto es, en lenguaje popular, que se ahoguen en un vaso de agua. Hoy por hoy el naturalismo ha caído en desuso, pues con la globalización se tiende a creer que los seres humanos no son tan ingenuos como se creía
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