lunes, 3 de septiembre de 2018

Cine y literatura (6): Entrevista con Margarita García Robayo


Con Margarita García Robayo continúa la serie de respuestas de escritores colombianos sobre su relación con el cine. García Robayo, radicada en Buenos Aires, ha publicado, entre otros, Lo que no aprendí, Cosas peores (Premio Casa de las Américas) y Tiempo muerto.


Por G JARAMILLO ROJAS*

 G JARAMILLO ROJAS: ¿Cuál fue la primera película que viste en un cine?
MARGARITA GARCÍA ROBAYO: Me parece que una que se llamaba Momo en el aire”, creo. Me encantó porque Momo era una niña pobre pero feliz, que comía espaguetis blancos con mantequilla y queso al pie de una escalinata romana y a mí eso me parecía de una belleza absoluta. Tenía unos pelos rizados despeinados, estaba sucia y mal vestida, pero era absolutamente feliz. En el medio pasa algo malo que olvidé, y al final prevalece el estado de felicidad. En mi recuerdo, entré y salí contenta del cine, aunque en el medio (ese medio que olvidé) hubo un descenso emocional que seguramente hizo de la experiencia algo mucho más atractivo y complejo.

¿Cómo ha sido tu relación con el cine a lo largo de los años?
Me encanta el cine. Últimamente voy poco porque tengo niños pequeños, pero tengo la suerte de haberme casado con un director de cine que considera muy importante tener un televisor gigante en la casa para ver películas, aun cuando la mayor parte del tiempo sean las películas de Pixar (que amo).

¿Crees que lo cinematográfico y lo literario están profundamente hermanados y condenados a encontrarse o hay caminos propios de cada uno donde el otro lenguaje no tiene cabida?
No sé si es una relación indefectible, el lenguaje audiovisual y el lenguaje narrativo son radicalmente distintos. También escribo guiones y me doy cuenta de lo distinto que es contar de un modo o del otro. Yo sigo estando mucho más cómoda en lo narrativo, es mi lugar natural, donde me siento más libre y menos condicionada.

¿Qué tipo de correlaciones o correspondencias encuentras entre cine y periodismo?
En términos estéticos ninguna. En términos de contenido, a veces, una buena pieza periodística emula a un buen documental y viceversa. Pero en general no creo que las disciplinas deban o puedan ser analizadas como categorías cerradas; es decir, creo más en analizar a los autores y no a los rubros. Un buen autor (como un buen artista, un buen narrador) es curioso, osado, intuitivo, qué se yo… O no es nada de eso, sino otras cosas que lo singularizan. A eso me refiero, a lo singular: no puedo hablar del cine o del periodismo en genérico o en abstracto, en cambio sí puedo hablar de autores singulares en uno y en otro rubro. 

Hay quienes consideran que el cine es un modo de expresión tan nuevo que, necesariamente, debe ser completamente diferente de la literatura. ¿Lo crees así? ¿Qué opinas?
El cine no es nuevo (otra cosa es que sea más nuevo que la literatura, como lo debe ser casi todo). Lo “nuevo” pasa hoy por otro lado que quizá esté más ligado a lo tecnológico en maridaje con lo artístico. En eso sí que hay un montón de innovaciones, a mi entender.

¿Todo documental es sustancialmente periodístico?
Insisto con lo anterior, lo periodístico o lo documental como categoría no me dice mucho. Dependerá del documentalista en cuestión y su búsqueda particular con lo que realiza. Hay películas en formato estrictamente documental que cuentan ficciones y viceversa. ¿A qué le llamamos qué?  ¿Por qué? La condición esencial muta según cada caso, a veces a un documental te lo define el formato, otras veces, el contenido.

¿Cómo crees que se puede ejercer audiovisualmente la “no ficción”?
No tengo idea, pero intuyo que con la misma búsqueda de singularidad que te exige cualquier disciplina si quieres distinguirte como autor.

¿Consideras que el cine es un producto estricto de la literatura o sólo una expresión de ella?
Ni lo uno ni lo otro. El cine y la literatura tienen calidades distintas, son disciplinas distintas con suficiente identidad como para supeditar la una a la otra.

El cine ha recibido de la literatura relatos, argumentos, formas y cualidades. La literatura, en todo el último siglo, ha venido recibiendo del cine diferentes modos de narrar, concertando nuevas miradas y objetivos ficcionales e incluso estilos. Teniendo en cuenta todo esto ¿Ha influido el cine en tu carrera como escritora?
En mis textos ha influido todo lo que he consumido a lo largo de la vida. He consumido mucho cine, sí. Pero también mucha televisión, mucha narrativa de ficción y no ficción, mucha música, mucha animación, mucha comida y bebida, y muchos viajes, o sea muchas experiencias, en fin. Todo lo que consumo  juega un rol en lo que se produce porque es imposible divorciar la producción propia de nuestros intereses y nuestras fijaciones sobre el mundo.

Para muchos el cine ha dejado de ser un arte y se ha convertido explícitamente en un espectáculo. ¿Algo así pasó alguna vez en la literatura o crees que pueda llegar a pasar?
No sé. No soy buena analista de lo macro. No me gusta pensar en términos macro a lo mejor porque mis consumos no representan esas expresiones. También suelo huir de esta hipótesis permanente de que las cosas se degeneran con el paso del tiempo. O bien, pensar que “convertirse en espectáculo” es algo malo. Supongo que las disciplinas artísticas, como todo lo demás, tiene ciclos, fases, etapas, y las transformaciones son naturales y esperables. Prefiero que las cosas cambien a que se estanquen. Además, suelo pensar que este tipo de afirmaciones hablan más de dónde tiene puesto el foco quien la dice, que de un fenómeno cierto e indiscutible.

Fernando Vallejo asegura que el cine es un lenguaje muy menor al lado de la literatura, así como la literatura es infinitamente inferior a la música ¿Qué piensas de esta afirmación?
Coincido en términos absolutos, pero no en términos singulares. Hay casos puntuales de cineastas geniales y escritores mediocres y músicos lamentables. Pero si se analiza lo que nos han dejado como legado cada una de esas disciplinas a lo largo de la historia, no puedo sino coincidir con Vallejo y hacerle la debida reverencia.

La palabra es la unidad fundamental de la literatura y sin ella no habría cine. ¿Sin imagen (que es la unidad elemental del cine) crees que podría haber literatura?
Las palabras construyen imágenes. La literatura se sostiene, entre otras cosas, en imágenes. No imagino una literatura estrictamente retórica, que prescinda del poder de visualización tan poderoso que consigue la palabra.

Hay adaptaciones e inspiraciones de todo a todo: del teatro al teatro (Antígona de Sófocles y la versión diferenciada de Bertolt Brecht), de la poesía a la escultura (Las flores del mal de Baudelaire y El pensador de Rodin), de la música a la literatura (La consagración de la primavera de Igor Stravinsky y la novela homónima de Alejo Carpentier), de la literatura a la música (los amores de Paolo y Francesca de La Divina Comedia de Dante recreados en Francesca de Rimini de Tchaikowsky) de la arquitectura al cine (Metrópolis de Fritz Lang) y tal vez la más explotada de todas las adaptaciones entre otras muchísimas: de la literatura al cine (Muerte en Venecia de Thomas Mann recreada por Luchino Visconti) Con todo esto y en todos los sentidos y tránsitos omitidos más por espacio que por otra cosa ¿Consideras que existen las adaptaciones perfectas o fidedignas o más bien todo se reduce al universo de la inspiración? Y ¿Los lenguajes, además de ser diferentes, pueden resultar incompatibles?
Las adaptaciones son obras en sí mismas. Igual que las traducciones. Es inútil compararlas buscando fidelidad, no la vamos a encontrar porque hay otro autor que intervino la obra original e hizo de ella otra cosa. Y me parece muy bien que así sea. Cada vez que me traducen un libro a otro idioma pienso en esto, porque pretender que ese otro libro sea un espejo exacto del que tú escribiste no solo es inútil sino frustrante.

Riccioto Canudo, es el responsable de que desde 1914 el cine sea considerado el Séptimo Arte cuando escribió su Manifiesto de las Siete Artes. Allí él abordó y definió al cine como una síntesis de las artes en donde se ve y se oye, y que con su capacidad de rememoración también hace posible que se huela, se deguste, se palpe y, en definitiva, se sienta. ¿Con respecto a la literatura y en general para con el mundo del arte, estás de acuerdo con esta afirmación o crees que las cosas han cambiado o nunca fueron así?
Creo que todas las artes tienen la capacidad de generar sensaciones múltiples en quienes se expongan a ellas. Pero no creo que muchos autores lo consigan.

¿Qué tipo de conocimientos o sentimientos es incapaz de aglutinar el cine en relación a la literatura o qué tiene el cine que no tenga la literatura?
En sentido estricto el cine tiene imagen y sonido. En el sentido de la experiencia, ambas pueden ofrecerte todo lo que su autor sea capaz de trasmitir según su pericia y su grado de virtuosismo.

El polifacético Howard Hawks dijo en alguna ocasión que para hacer cine hacen falta tres cosas: Una buena historia, una buena historia y una buena historia. ¿Se aplica para la creación literaria?
En mi opinión, no. Como lectora, una buena historia me funciona pero no me basta. Si pensamos una buena historia como aquella que contiene una trama eficiente, unos personajes verosímiles y adecuados y una resolución coherente, por ejemplo, por supuesto que la valoro. Pero me cautiva más la literatura que invierte en climas o formas narrativas capaces de trasmitir emociones más que argumentos. 

¿Lo bello, lo feo, lo horroroso y lo sublime en cine es igual a lo bello, lo feo, lo horroroso y lo sublime en literatura?
No creo que nada sea igual a nada, ni el cine al cine, ni la literatura a la literatura, ni el cine a la literatura. Lo bello, lo feo, lo horroroso y lo sublime tienen infinidad de matices.

¿En cine: prefieres el formato argumental o el documental?
Prefiero el que más me conmueva.

¿En literatura: prefieres la ficción o la “no ficción”?
Prefiero la que más me conmueva.

¿Si escribieras un guion sería argumental o documental?
Escribo guiones. Hasta ahora solo argumentales (o sea de ficción), quizá porque es la forma más habitual de expresarme, al igual que en la literatura.

¿Qué película te habría gustado escribir y/o dirigir y en qué habría cambiado? ¿Por qué?
Todavía no existe, porque no la hice. Y las que más me gustan como espectadora, sería incapaz de hacerlas.

¿Qué tanto tienen tus obras (tanto de ficción como de no ficción) de cinematográfico?
Supongo que tengo alguna fijación por la construcción de imágenes detalladas, a lo mejor eso es asimilable a mi experiencia como consumidora de lo audiovisual.

¿Recuerdas especialmente alguna adaptación cinematográfica? 
Muchas. Desde El Padrino hasta Matar a un ruiseñor. Y recuerdo también estas películas de escritores que de algún modo intentaban revelar algo esencial de su obra, no hay muchas buenas, me parece, pero tengo un buen recuerdo de  Antes que anochezca, la de Reinaldo Arenas y Eclipse en el corazón, la de Arthur Rimbaud y Paul Verlaine, a quienes, confieso, empecé a leer justo después de ver la película, que es del año 95, o sea que yo tenía 15 años y mi cabeza ebullía de curiosidad.

¿Cuál o cuáles de tus textos te gustaría ver representada en la gran pantalla? ¿Por qué?
Ninguno, me pone muy nerviosa ver la transformación que sufren las obras al ser intervenidas y convertidas en obras distintas (en este caso una película). Ya no sería mía. Supongo que es puro egoísmo, no quiero perderlas, aun cuando otro, seguramente, sea capaz de mejorarlas.

¿Sigues el cine colombiano? ¿Qué piensas de lo cosechado en los últimos años?
Sigo más la literatura, pero me parece que en todos los rubros artísticos hay un recambio radical que no es solo generacional (que es lo más obvio) sino un cambio de la mirada sobre el país que me parece fabulosa, fresca, original, desprejuiciada. Me gusta mucho lo que está pasando a nivel artístico en Colombia.

Un puñado de películas y/o directores universales inolvidables para ti.
Nunca sé si es mérito de la película o de la predisposición de uno al momento de verlas, pero siento que me marcó para siempre el quinteto de Truffaut y la trilogía de Richard Linklater (aunque para mí gusto fue un poco en picada, pero valoro la totalidad de su “experimento”), a la que le sumo Boyhood. Quizá tiene que ver con que a mí también me obsesiona el paso del tiempo, lo que produce en las personas, en los vínculos, en el modo de mirarnos, en cómo va mutando la idea de pasado y de futuro. Es obvio que también me atrae el componente autobiográfico que ambos directores imprimieron en esas películas. Hay una búsqueda personal, pero que excede lo personal, es como si a través de esas historias, de esos alter egos, quizá, intentaran explicarse ciertas cosas inabarcables del mundo… En ese sentido, mucho más recientemente, me gustó ver, por ejemplo, un documental sobre Joan Didion (que no es ninguna genialidad en sí mismo, me parece, pero justamente a eso me refería con la predisposición con la que se miran las películas), una autora a la que leo mucho y que, en el documental, ella misma hace un repaso por los libros que escribió de un modo que me permite inferir (tanto de ella, como de mí) que a veces escribir (o filmar) es un intento por contarnos y explicarnos quiénes somos. Al intervenir nuestra propia vida –nuestras impresiones y nuestras fijaciones– con la literatura o con el arte, se produce una especie de desdoblamiento que nos permite mirarnos y narrarnos como si fuéramos un personaje externo, distante, ajeno y no nosotros mismos. Y de ese modo, creo, con mejores y peores resultados, es como conseguimos atribuirle algún sentido a lo que hacemos.   

*Estudió Sociología en el Externado de Colombia y, posteriormente, una maestría en Sociología de la Cultura en alguna universidad argentina. Actualmente se desempeña como cronista para varios medios latinoamericanos y forma parte del consejo editorial de Revista LATE.

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