lunes, 28 de diciembre de 2015

Don Hernando o el arte de la discresión

El vacío que deja la muerte de Hernando Martínez Pardo (1935-2015) corre el peligro de ser rápidamente llenado por consignas, fórmulas o epítetos como “maestro”, “pionero” o “historiador del cine colombiano”, que a decir verdad, han perdido su capacidad de producir sentido.

Portada de la única edición de este libro, a cargo de Editorial América Latina (1978). 

El cine colombiano pierde a un hombre libre, a un ser humano que pagó con soledad y aislamiento el precio de pensar por fuera de las fórmulas al uso. Cuando uno imagina su diminuta figura, aplicada al estudio con la paciencia de un monje, no puede menos que contrastarla con la autoindulgencia pesada y satisfecha de otras figuras de la crítica de cine en Colombia, que pensaron (y piensan) las películas sometidos a un espíritu de cuerpo, llámese ideología política, cinefilia, compromisos institucionales, amistad condicionada. 

Nunca hay que olvidar que el grueso de su obra se escribe entre las décadas de 1970 y 1980, cuando nuestro campo cinematográfico era una colcha de retazos de distintos grupúsculos ideológicos, con frecuencia empecinados en obstruirse mutuamente. Y en un medio ambiente tan cargado de intemperancia, la voz serenísima de Hernando, proponiendo ideas, señalando categorías de análisis, deshaciendo con vehemencia mitologías públicas y privadas, hablando a favor de la búsqueda de un cine popular como algo que no era excluyente (sino, por el contrario, complementario) de los avances del lenguaje de las películas.

Martínez Pardo hizo de empequeñecerse (más de lo pequeño que ya era) todo un arte de la discreción. Parafraseando a Bazin cuando habla del Mr. Hulot de Jacques Tati, lo característico de Hernando pareció ser el no atreverse casi a existir. Cuando el grupo del Observatorio Latinoamericano de Teoría e Historia del Cine lo entrevistó, una mañana de 2011, buscando rehacer junto con él la génesis, metodología, enfoques y referentes de su Historia del cine colombiano (Editorial América Latina, 1978), nos sorprendió la generosidad de su memoria, la claridad de sus recuerdos, pero también la manera como al final se levantó con una asombrosa levedad y abandonó el apartamento del Park-Way donde se había concertado la entrevista. Lo propio hizo en el homenaje que se le ofreció en el IV Encuentro de Investigadores de Cine realizado en 2014 en Medellín.



Como no va a ser esa discreción y esa humildad una lección en un cine como el colombiano doblegado bajo el peso de discursos y prácticas patriarcales, cuando no mafiosas, un cine regido por el amiguismo y, en no pocas ocasiones, la estafa.

Si en conjunto su obra es hoy por hoy una obra inconclusa, si sus análisis del cine colombiano carecieron de la continuidad necesaria para iluminar con más conocimiento y mayor profundidad el desarrollo de nuestro cine, esto obedece menos a limitaciones personales y más a que, como el propio Hernando lo vio en ciertas etapas del cine colombiano, había carencias estructurales que no podían ser superadas con el simple genio individual. Quedan ahí, como cimientos, su Historia del cine colombiano, sus artículos y ensayos en revistas, libros monográficos y enciclopedias. Ojalá no sean letra muerta o nuevos lugares de amnesia.

En su dimensión como maestro, que somos tan proclives a evocar con un edulcorado romanticismo, Hernando pudo sembrar semillas de cambio y transformación en quienes hoy dirigen la historia del cine colombiano y lo podrían llevar a rehacer su historia por caminos un poco más ejemplares.  

5 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cinembargo dijo...

CINEMBARGO: La crítica de cine sigue siendo una colcha de retazos, mira no más la suerte del Observatorio Latinoamericano de Teoría e Historia del Cine que mencionas, como si aún existiera, cuando no es más que un zombi que apenas sucumbió ante mezquindad e intereses personales. Más colcha seremos ahora que el sector crítica se ha quedado sin fondos para su Encuentro de Investigadores. En pie solo todas las deudas con Maestros (porque lo era aunque te suene a frase de cajón) como Martínez Pardo.

Hildebrando Porras dijo...

La pregunta que debemos hacernos es: Quién o Quienes? Tomaran las riendas de tanto trabajo?

Hildebrando Porras dijo...

La pregunta que debemos hacernos es: Quién o Quienes? Tomaran las riendas de tanto trabajo?

Anónimo dijo...

No se puede reproducir la entrevista en el Soundcloud. Sería posible volver a subirla? . Mil gracias