Juan Lugo Quebrada y Luna Acosta, la pareja de colombianos protagonista de Días extraños. |
Dentro de la competencia nacional del FICCI 56, se anunció esta semana el esperado estreno de Días extraños, la película del director colombiano Juan Sebastián Quebrada, rodada en Buenos Aires y que tuvo su premier en la competencia internacional del BAFICI 2015. El siguiente texto fue escrito por otro colombiano en el sur.
Por Giovanny Jaramillo Rojas*
Tuve la oportunidad de ver Días extraños más por voyerismo que por verdadera convicción. Ahora agradezco el
hálito voyerista que me llevó a enlatarme un viernes –en hora pico– en un subte
abarrotado de oficinistas, cleptómanos y gente malhumorada, hasta llegar al
centro neurálgico del popular barrio de Caballito.
Hacía calor y la Avenida Rivadavia
rebosaba de zombis compulsivamente limitados por sus relativas condiciones de
muertos en vida. Sin embargo, para mí la experiencia de Días extraños ni
siquiera comenzó cuando agarré el subte para ir a ver la película, sino
justamente hace más de tres años cuando ya instalado y decidido a vivir en la
bellísima capital del Uruguay, me dio por cruzar el Río de la Plata hacia la
delirante Buenos Aires, ciudad que, en menos de dos semanas, me atrapó
reflejando su prepotente vanidad en los tersos ojos de mi novia, también
bogotana, como yo.
Esto que escribo, desde el anonimato que
es el mismo lugar en el que está situado el argumento de Días extraños, son
sólo impresiones que manaron gracias a la marginalidad de sus personajes y la
temerosa pero encantadora soledad a la que están profundamente abocados. En
fin, antes que nada quiero comentar que en los 68 minutos de proyección –auspiciados por el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente-BAFICI 2015, no dejé de pensar en aquella circunstancia de la
novelita de Andrés Caicedo (Angelitos empantanados), en la que Danielito Bang
le pregunta a Miguel Ángel –el protagonista–: Ey ¿cómo vamos de abismo? Y
Miguel Ángel responde: Bien, gracias. Todavía no toco fondo. No dejé de pensar
en este frío diálogo porque desde que lo leí por primera vez vi una
complejísima e hilarante historia para explotar cinematográficamente y, parece
ser que, el elegido para hacerlo, haya leído o no ese libro, fue Juan Sebastián
Quebrada, el director de la película en cuestión.
Ahora bien, hay obras de arte que no se
tienen que entender, ni racionalizar, porque justamente su clave está en
sentirlas, y ese portento, tan escaso y prácticamente imposible, hoy por hoy,
lo logra lúcida y honestamente Días extraños, una película que trata sobre el
miedo, un miedo que no viene desde afuera, sino un miedo que emana desde lo más
íntimo de sus personajes, y que sólo se hace palmario una vez se ven en la
obligación de enfrentarse a la terrible otredad. En esta suerte de oda o
crítica de la turbación que me representa la película, encuentro la clave de
la universalidad del "mensaje" de la misma que supera la "simple" historia de una
pareja de jóvenes colombianos en Buenos Aires, adentrándose en la construcción
dramática de una gran metáfora a
propósito del individualismo moderno, fielmente simbolizado en la consumición
de dos personas que, en una intensa diatriba de amor, no sólo se arrinconan
entre sus respectivos aislamientos, sino que se desnudan ante sí mismos
explorando sus límites y definiéndose sólo en los límites del otro.
Esa
incapacidad que tenemos todos de reconocernos a nosotros mismos en un proceso
de introspección propio, que retrata perfectamente el film con el plus de la
extranjería, creo que es la mayor ganancia del argumento porque muestra
agudamente que todo lo que se muta en agresión o choque, contra el afuera, no
es más que una excusa para salvaguardar el pavor que nos genera el adentro,
legitimando así nuestra soledad en relación a la compañía de los otros, y más
si estamos lejos de casa descubriendo los elementos de un mundo ajeno con
mutaciones tan puras como intransferibles.
Esa otra violencia
Algo que me sorprendió de Días extraños es que independientemente de que haya sido forjada –en su mayoría– por
colombianxs en otro país, es que maneja una narrativa que el cine colombiano no
ha podido superar desde hace décadas y que tampoco tendría por qué hacerlo: la
violencia. En la película me parece que el tema de la violencia se optimiza,
generando un nuevo universo para cuestionar ese fenómeno que es lo que más
colombiana hace a la gente de Colombia, además de volverlo tan intestino e
individual que logra desembocar en procesos de caracterización y representación
de la esencia idiosincrásica de nuestro apabullado país.
El film, además de mostrar esa violencia vernácula que se basa en el mencionado miedo, evidencia esa otra violencia mucho más solitaria e ignota que, día a día, reproducimos los colombianos en Colombia o en cualquier parte del mundo, y que sin tener que matar o lastimar a otros nos ejecuta a nosotros mismos en la silla eléctrica de nuestra identidad: la malicia, como una fórmula capital del carácter nacional que, si bien puede ser un rasgo, digamos general, en los temperamentos de muchos otros países sobre todo latinoamericanos, está más que acentuada metódica y distintivamente en la llamada colombianidad. Celebro la normalización de esas violencias referidas que logra la película en el molde de la ficción, aunque las deteste intensamente como realidades reales.
Me gustó sobremanera Días extraños porque me permitió ser un simple observador, ni siquiera espectador, de la
vida, los personajes y los paisajes figurados de una ciudad fantasma que se
niega a los espectros que ella misma forja. Me gustó porque es evidentemente
provocadora y nunca se siente la cámara, además de que todo parece transcurrir
como transcurren las cosas a puerta cerrada y en un contexto pretérito y
melancólico agenciado por un blanco y negro que recuerda aquella intemperancia
atmosférica explotada por Jim Jarmusch en Coffe and Cigarrettes. Me gustó
porque me reconocí en dos cosas, para mí, sensibles: por un lado al ser un
colombiano más que transita desoladamente esta jarrita llena y a rebosar que es
Capital Federal en la que muchas veces, paradójicamente, no hay porteños, y por
otro lado al estar adelantando desde hace varios meses con un grupo muy
reducido de amigxs colombianxs, con mucho esfuerzo y a paso de caracol, el
rodaje de un largometraje (Mi voz con vos) sobre un colombiano que deambula
entre Argentina y Chile buscándose a sí mismo en el silencioso exilio que
habita.
*Estudió Sociología en el Externado de Colombia y, posteriormente, una maestría en Sociología de la Cultura en alguna universidad argentina. Actualmente trabaja como editor y redactor para revistas digitales y programas de radio independientes de arte, cultura y sociedad en Buenos Aires y Montevideo.
Ver trailer:
https://vimeo.com/124254388
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