Con pocos días de diferencia, coinciden en la cartelera de
cine del país tres películas colombianas que filman personajes ajenos al orden
del trabajo y el progreso, o para decirlo con palabras más cargadas de
ideología, sujetos marginales, subalternizados por la sociedad normalizada. Infierno o paraíso de Germán Piffano, Memorias del Calavero de Rubén Mendoza y
Mambo Cool de Chris Gude.
Mambo Cool, de Chris Gude. |
Memorias del Calavero, de Rubén Mendoza. |
Las tres películas, sin embargo, más allá de sus coincidencias,
revelan un campo de tensiones, una heterogeneidad a la hora de resolver los
dilemas de la representación. Infierno o
paraíso se aproxima por momentos a una “narrativa de la redención”, aunque
la trayectoria de su personaje, un ex habitante de El Cartucho, tiene
suficientes fisuras y contradicciones que le permiten escapar de esa trampa y la valentía de mostrar los costos de salir del “infierno” hacia el
improbable paraíso de la normalidad (el precio de formar una familia, pagar una
hipoteca, asumir responsabilidades adultas, cuidar de sí y de los otros). Memorias del Calavero, por su parte, es
estructural e ideológicamente una película mucha más compleja. El que nunca sea
lo que parece abre posibilidades de interpretarla como un memorial sobre la
estafa: la estafa de las promesas sociales, la estafa constitutiva del cine y la
doble estafa del cine documental, la estafa de su personaje principal y su
falta de misterio. Pero este análisis se desarrollará en otro lugar.
Infierno o paraíso, de Germán Piffano. |
La propuesta estética de Gude consiste en ocultar cualquier
referencia al exterior de ese mundo y, de hecho, toda indicación que nos haga
pensar más allá del cine. Encuadres cuidados, diálogos antinaturales y
sentenciosos, ángulos de cámara que no ocultan la presencia del cine,
actuaciones hieráticas. En este mundo artificioso no hay desarrollo de caracteres
de acuerdo con la ilusión del cine tradicional y las promesas psicológicas en las
que este se apoya. En Mambo Cool los
personajes son una pura superficie sin individualidad. No hablan por sí mismos
sino que son hablados por sus circunstancias y eso permite que al final de todo
estemos ante la presencia de un sujeto cultural más allá del yo burgués o de
clase media, un personaje colectivo como el que buscaba el cine de Víctor
Gaviria por el camino de su irrenunciable realismo.
La película de Gude construye, no obstante, un clarooscuro
moral, comentado eficazmente por la iluminación y la fotografía. En este mundo
paralelo al otro mundo que nunca se muestra pero que cada espectador lleva
consigo, no todo da igual ni es automáticamente intercambiable. Allí hay dilemas,
esperanzas, agonías que no están sin embargo asociadas a la no pertenencia de
estos sujetos a la sociedad normalizada. En verdad, no hay nada que extrañar de
esa otra sociedad, pero tampoco hay nada que celebrar en esta. No se cae en lo
evidente, aunque la evidencia tenga en sí misma una fuerza cuestionadora, como
en Infierno o paraíso. Ni en la pueril
celebración del anarquismo y el canto a la relatividad de la verdad y los
hechos, que siempre supone una derrota moral y política como en Memorias del Calavero. En Mambo Cool queda claro lo que Rubén Mendoza
se esfuerza tanto por decirnos en su película: que toda persona es una máscara
y un personaje una máscara amplificada.
La inteligencia política y estética –y por tanto ética– de Mambo Cool consiste en considerar ese
mundo marginal en su propia lógica, en su eventual poesía, sin imponerle lo que
André Bazin llamaba nuestra “mugre espiritual”.
Ver trailer de Mambo Cool:
Ver trailer de Mambo Cool:
2 comentarios:
Hola Pedro.
Yo no pude terminar de ver Mambo Cool, me sentí espectando un panorama absolutamente exotista.
Esto de la clase media que menciona tiene razón, pero también esto de pensar quien lo hace, es lo que, por ejemplo, hizo que sí me gustara Memorias del Calavero; por la intimidad que sentí un realizador puede lograr con su personaje, y complejizar en una narrativa de diario de viaje y ficción, lo que pensamos por "marginal".
La de Germán Pífano no pude verla, pero por los apartes que aparecen en el film de Mendoza tengo una gran curiosidad por ver este trabajo con archivo.
Estoy curiosa por leer sus opiniones sobre Jardín de Amapolas y Climas, las dos recientes producciones colombianas.
Un saludo de clima templado desde Cali.
Pedro, hace mucho que no escribe. ¿Acaso Proimágenes lo amenazó? Porfa vuelva
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