lunes, 10 de diciembre de 2012

La Academia que se injuria a sí misma

Siete semanas después de la publicación de mi artículo sobre El cartel de los sapos en el portal de análisis político Razón Pública, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Colombia ha decido tomar cartas en el asunto.



En el anterior artículo, como pueden leer, cuestiono la forma y el fondo de la decisión tomada por la Academia, que premió a una película de escasísimos méritos para representar a Colombia en la preselección de los Oscar 2013. Con esta columna de opinión hice eco de un malestar extendido entre miembros y no miembros de la Academia, sobre lo equívoco y cuestionable de esta decisión, en la que se jugaban apuestas de representación internacional del cine colombiano en su búsqueda de acceso a los mercados y los espacios de legitimación internacional.

Quienes sepan leer, y está claro que los miembros de la Academia parecen haberlo olvidado, notarán que, no por temor a represalias legales, sino por un exceso de pudor retórico, hago más preguntas que afirmaciones, y dejo sembradas las mismas dudas que le asaltan al ciudadano común, al simple espectador que paga por una boleta de cine o a aquel que, incluso si no hace películas, vive de comentarlas, de programarlas, de facilitar el encuentro del público con ellas. (Esos críticos que no tienen acceso a la Academia porque en la opinión de los firmantes, somos una subespecie sin las credenciales profesionales para opinar sobre las películas, sobre todo si cometemos el atrevimiento de cuestionarlas).
 
La Academia, en vez de encarar un debate con altura sobre sus acciones, sobre sus mecanismos de vinculación de los profesionales del sector, y sobre qué tan acertado es el procedimiento de delegar en una junta directiva decisiones como las de seleccionar los filmes que nos representarán internacionalmente,  decide contestar con un frío formalismo ejecutivo, aduciendo en su tardía carta de respuesta, que respetaron todas las reglas internas de selección de las películas a competencias internacionales.



No se dan cuenta de que, precisamente, cuestionar esas reglas es parte del debate, porque tales procedimientos pueden ser acomodaticios, favorecer a unos sectores "poderosos" por encima de otros y convertir un escenario de participación amplia en una cuestionable democracia por delegación. No puedo comprometer a los cólegas y amigos que me han informado sobre las anomalías internas de esta decisión, y sobre el malestar que generó entre muchos miembros de la Academia. Se trata de un órgano poderoso, con potencial derecho a veto, y como lo ha demostrado con esta risible respuesta, con capacidad de amedrentar. Y en Colombia hay, por fortuna, gente que ya puede vivir del cine y quiere seguir en él.

Sin embargo hago unas preguntas: ¿En qué copias vieron los miembros de la Academia la película El cartel de los sapos para tomar la decisión de preseleccionarla a los Oscar? ¿Qué significa una proyección privada? ¿Dónde fue esa proyección privada? ¿Cuál fue el productor que la inscribió? ¿Hubo un mecanismo abierto de comunicación de las reglas del juego a todas las películas elegibles? ¿Cambiaron o no cambiaron las reglas del juego cuando se tomó la decisión de la película colombiana elegida para los Goya? Yo sé todo eso, pero como los de la Academia me piden que les pregunte, les pregunto. Señores miembros de la Academia, contesten estas inquietudes  y después de eso, salgan a decir abiertamente si se equivocaron o no, si fueron transparentes o no. De la calidad de la película elegida para los Oscar es casi mejor no hablar.

En su carta de respuesta la Academia no hace más que injuriarse a sí misma, al demostrar su escasa voluntad de debate, su poquísima competencia en "comprensión de lectura", y su desconocimiento de las dinámicas y responsabilidades del periodismo en una sociedad democrática (bueno, los firmantes hablan del juramento hipocrático de la profesión, que es el que hacen los médicos y otros profesionales de la salud, y en su medieval manera de pensar parecen desconocer que el periodismo es una profesión moderna, o uno de los fundamentos de la modernidad, una profesión que no compromete más que la salud del cuerpo social, que parece evidente que los abajo firmantes desprecian).

Demuestra pues la Academia que actúa de espaldas al público. El público no solo es esa cifra ciega que se cuenta en los reportes de taquilla, o que premia a los ganadores de un reality: es lo que da legitimidad y usted Academia la necesita.


Pedro Adrián Zuluaga, Bogotá, 10 de diciembre de 2012.






11 comentarios:

Juan Carlos Arias dijo...

Aunque la carta de la Academia da para muchas reflexiones acerca de la situación del cine colombiano, quisiera quedarme con una frase que me llamó la atención. Al explicar la composición del organismo, la carta dice literalmente: "Ello hace de nuestra entidad una organización de trabajadores del cine, no de gente que va a cine o que habla de cine". Es evidente el tono despectivo con el que la carta intenta descalificar a su interlocutor excluyéndolo del gremio de los trabajadores del cine y reduciéndolo, según su lógica, a alguien que simplemente va a cine y habla de él. Además de cerrar cualquier posibilidad de diálogo al reducir y despreciar a su interlocutor en lugar de responder en sus mismos términos las cuestiones que planteaba en su columna, lo grave de dicha afirmación es que revela la posición de ese "gremio" de trabajadores respecto a quienes se dedican a pensar el cine (quienes lo hacen por elección propia y no por ningún tipo de carencia como ellos parecen pensar).

Al parecer se sigue pensando en la crítica como en una labor de segunda mano que debe guardar silencio ante la voz, y sobre todo ante las decisiones, de los que sí hacen cine. Se sigue creyendo que el hacer está separado y, más grave aún, por encima del pensar.

Tal vez los trabajadores del cine que defiende la Academia deberían también ir a cine y hablar de cine. Pensar en tanto espectadores y en tanto críticos, de serles posible, a la hora de tomar decisiones y, sobre todo, de plantear una discusión productiva para el cine nacional. Es posible que los que vamos a cine y hablamos de él (y, yo añadiría, leemos sobre cine) no sepamos tanto de cine como esos "trabajadores" creen saber, pero por lo menos entendemos que ese objeto de conocimiento del que se precian tan cercanos por su labor, eso que llaman "cine nacional", es un campo abierto a discusión, y que solo a través de ella el cine tiene sentido. Me consuelo pensando que esta no es la posición de todos los trabajadores del cine del país sino la de algunos pocos que no han comprendido que hacer cine y pensar el cine (por escrito, por ejemplo) son lo mismo, solo que a través de dos medios diferentes.

Alfonso Acosta dijo...

De acuerdo con la entrada y con el comentario. La prepotencia, la falta de autocrítica pero sobre todo, el arroparse el derecho cuasi divino de decidir quién sí es digno de opinar, hacer o mostrar, hace que la Academia y sus decisiones sean por lo menos discutibles. Considerar que sólo tienen el derecho de polemizar o peor aún, el de comentar sobre el cine, sus dinámicas y sus estructuras los trabajdores activos en su creación, es del mismo talante necio y falaz de los que creen que para opinar sobre fútbol hay que ser futbolista o para tener una opinión o una experiencia estética se debe ser obligatoriamente un artista para que éstas tenga algún tipo de válidez. Lo peor es que este argumento reduccionista implica un peligro aún mayor: el de solo darle sentido y peso a las palabras oficiales y el de quitar de tajo la posbilidad de replica a los que trabajamos en esto, vivmimos de esto o sencillamente lo amamos pero no formamos parte de la Academía.

Del comentario de Juan Carlos Arias, puedo decir sobre su parrafo final "Me consuelo pensando que esta no es la posición de todos los trabajadores del cine del país sino la de algunos pocos que no han comprendido que hacer cine y pensar el cine (por escrito, por ejemplo) son lo mismo, solo que a través de dos medios diferentes" que en mi caso y en el de muchos que conozco él tiene toda la razón. No todos pensamos así, pero lamentablemente no puedo decir mucho más ya que tampoco mi palabra tiene algún tipo de peso, porque a pesar de haber escrito dos guiones de largometraje y de haber dirigido uno que han sido exhibidos en Colombia y en varios festivales mundiales, no formo parte de la Academia.
Si un organismo, sea público, privado o mixto se autodenomina y recibe el aval para representar a todo un país, lo mínimo que se espera es que sus mécanismos y decisiones sean transparentes al igual que sus procesos de participación. Si la respuesta ante cualquier comentario es el que es así porque así lo decidimos y punto o si no le gusta cambié de canal (respuesta típica ante la calidad de la televisión en Colombia) tristemente nos enfrentamos a un camino sin salida y a la perpetuación del cine colombiano como un producto.

P.D. Y tiene razón con el cambio de mécanismo para la selección del Goya. Nosotros recibimos un comunicado invitándonos a participar en su selección para lo cuál nos tocaba presentarle la película a todos los miembros de la Academia antes del 4 de octubre. Ante lo pronto de la fecha, lo dificíl de la presentación y el considerar que no era muy claro el mécanismo de participación (repito que ni los productores ni el director somos mienbors) decidimos declinar la invitación. Ese comunicado, que se agradece, igual tuvo un efecto cercano, en mi opinión, al del lavado de manos y a buscar la transparencia que tanto se criticaba por su ausencia. Y esto lo digo porque producciones diferentes a la nuestra sí sabían desde hace mucho los requisitos necesarios para participar y tuvieron tiempo de sobra para prepararse. Nustra culpa, según lo que muchos nos dijeron, fue el no buscarlos antes y ahí es dónde me pregunto (olvidando la ingenuidad de creer que todos somos iguales y con los mismos derechos)¿si existe una Academia no es uno de sus mínimos deberes saber cuáles son las películas colombianas y quiénes son los que las hacen y no el esperar a que uno se acerque a hacer lobby para ser "ungido" ante ellos como un profesional? son muchas las dudas que quedan, y por eso mismo lo más sano es discutirlas y no esconderlas en la alfombra de la arbitrariedad como se acostumbra tanto en Colombia.

Alfonso Acosta dijo...

Y perdón por la torpe redacción del comentario anterior, pero hay algunas cosas que es mejor decirlas en el momento, con la cabeza caliente... porque puede pasar que después no se digan.

A Carolina Mosquera M dijo...

Gracias Pedro por hacer eco de mi sentir. Quisiera compartir lo siguiente: el 21 de septiembre de 2012 -creo que un día después de que fuera oficial la selección de "El cartel de los sapos" para representar a Colombia en los Premios Oscar, nos llegó un mail a propósito de nuestra película El resquicio donde la Academia... nos invitaba a los productores a postularla en la convocatoria para los Premios Goya. Dada la poca transparencia que nosotros también percibimos en la selección de "El cartel de los sapos", de lo apresurado del comunicado en el cual nos daban un plazo irrisorio (el 4 de octubre tomarían la decisión) para que todos los miembros del comité vieran nuestra película, sin ningún atisbo de duda dijimos: no, gracias. Esgriminos nuestras razones para no participar pero no hubo respuesta alguna.

Es imposible no pensar que la premura e inmediatez de esa invitación fue producto de la avalancha de respuestas negativas ante la selección de El cartel de los sapos. Es difícil no pensar que ese comunicado nos llegó como "por cumplir".

Anónimo dijo...

La retórica usada por esta academia hace ver a Pedro Adrián como si fuera él quien tratara de imponer una verdad absoluta y no lo contrario. En efecto daría la impresión de que este conjunto de personas aboliría toda manifestación crítica si de ellos dependiera. Estoy de acuerdo con los comentarios anteriores donde se manifiesta que los procesos de selección de esta índole no son transparentes. Pero el problema es más profundo. Esta academia, la comisión fílmica, el cnacc, no son más que CAMARILLAS que operan de la misma manera; son brazos de PROIMÁGENES, poniéndose totalmente al servicio de los intereses de los cabecillas de la última. Estos "organismos" operan todos en la completa oscuridad, sin que se sepa nada acerca de los criterios o normas administrativas que los rigen.

¿Cómo es posible que una persona sin la preparación suficiente, carente de una concepción abierta y "moderna" del cine como industria o arte se encuentre perpetuada al frente de PROIMÁGENES moviendo los hilos de todos los entes derivados??
¿Cómo es posible que el cine de un país sea administrado por un ente privado que maneja dineros públicos?? Esto es abominable. Esta figura "mixta" posibilita una coraza de impunidad, oscura y totalmente blindada sobre la que nadie ni nada tiene vigilancia. Reciben todos los dineros provenientes de los impuestos(ley de cine)y NADIE puede ejercer vigilancia o control sobre las conductas o la suficiencia de sus representantes o empleados en materia de cine. Esta presencia incuestionable ha sido asumido como si fuera normal y nadie dijo, ni dice nada al respecto. Por esta razón la ausencia de crítica posibilita que se sigan levantando leyes que blindan entes similares no solo a nivel de cine en este país.
Proimágenes es ya en sí el cartel blindado del cine colombiano. Supuestamente el cnacc estaría por encima, pero a fin de cuentas no es más que un puñado de representantes manejados e intimidados por Claudia Triana (ahí también está incluida obviamente Adelfa Martínez, directora de cinematografía). El que disiente se va. Triana, cnacc, comisión fílmica y la infame academia no son más que hampones que le roban de frente al país la posibilidad de tener otra dirección en materia de cine como ARTE con todas las ideas que deriven de ahí. Si en verdad existiera industria de cine como ellos presumen, tal cinematografía tendría la capacidad de autosostenerse sin recurrir a estímulos. Hacer pasar un modelo más privado que mixto de financiación, sin auto-crítica (y mucho menos crítica externa) y sin verdadera inclusión de quienes piensan alrededor de cine, investigan y publican, es propio del brote de fascismo que al parecer ha venido viviendo y aprobando TODA LA COMUNIDAD CINEMATOGRÁFICA sin ninguna incomodidad. Apoyar o defender a proimágenes, sus estímulos económicos y sus pequeños tentáculos autoritarios, es apoyar, justificar y alargar el período de dependencia y subordinación al tipo de historias y formas narrativas y compromisos temáticos sobre los cuales está orbitando el cine nacional. Cuando para los jóvenes creadores pareciera que no existen otras maneras de financiar sus películas, entonces deciden prestarse al juego, autocensurarse y ajustar obedientemente sus obras para encajar en los estándares dictados.

Lo que no se ha dicho acerca de esta supuesta academia es que su vicepresidente, Diego Ramírez ha trabajado con Carlos Moreno en productos como "perro come perro" y "todos tus muertos". Siendo vicepresidente, su película "todos tus muertos" ganó varios premios macondo (director, película, actor, guion). Esto es una completa burla!! El favor a sí mismo y ahora a su amigo Carlos Moreno es evidente. Este señor Ramírez, además de mercenario, es uno de los nuevos lacayos de Claudia Triana que vende hasta a su propia madre.

Anónimo dijo...

Aparecen 26 firmantes bajo este comunicado Goebbeliano de la academia, cargados y dolidos con la crítica y las preguntas que les hace un verdadero hombre de academia, que por lo menos lee, ve cine y hasta enfrenta verdaderas audiencias en público. 26 amangualados de los cuales quién sabe cuantos están siendo obligados a prestar su nombre para hacer peso y dar la impresión de consenso.
¿Quién escoge a estos supuestos representantes y bajo qué criterios? ¿Son representantes con suficiencia o producción académica? Figuras retrógradas como Camila Loboguerrero que no hace más que maltratar y subestimar a sus estudiantes, que no deberían estar calificadas para dar un solo minuto de cátedra, se han garantizado aquí un lugar a fuerza de conexiones sociales por falta de otros méritos.
Claudia Triana, Diego Ramírez, Carlos Moreno, Adelfa Martínez, cnacc, Silvia Amaya, Camila Loboguerrero, comisión fílmica, academia macondo, ¿Cómo les llamaría yo sin usar eufemismos?- Pues fascistas hijueputas!!!

"Ellos SÍ saben lo que hacen"
-Bertolt Brecht.

Maria dijo...

Por lo menos hay que agradecer a Pedro por abrir el espacio para un debate activo. Los comentarios se alargan, así que intentaré ser breve. Creo que con esta frase de 'justificación' La Academia Colombiana de Cine devela que el error es de fondo: "Ello hace de nuestra entidad una organización de trabajadores del cine, no de gente que va a cine o que habla de cine". ¡Pero si el cine existe es por la gente que va al cine y que habla de cine! sino, El cartel de los sapos, una película para audiencias amplias, no estaría nominada al Oscar ¿o me equivoco? La Academia está tardando demasiado en considerar la inclusión de representantes de la crítica y del público para lograr elecciones menos parciales. Público, críticos y cineastas estaremos de acuerdo en que el cine mismo defiende la multiplicidad de miradas: no todos enfocamos desde el mismo ángulo, afortunadamente, y dada la atención pública que está generando este debate deberían proyectarse algunas luces de cambio.

Anónimo dijo...

Qué bonito el tono que ha tomado este debate, debes estar muy orgulloso Pedro. Para echar un poco más de sal en la herida, les cuento que su odiado Cartel aparece en la lista de "posibles" nominadas al Oscar del Hollywood Reporter, los que más saben de este tema.

Sufran:

http://www.hollywoodreporter.com/race/feinberg-forecast-updated-projections-11-398393

Pedro Adrián Zuluaga dijo...

Es obvio que El cartel de los sapos tiene el músculo financiero para hacerse notar, una consideración -la de tener los suficientes recursos para el lobby que requiere una preselección a los Oscar con alguna probabilidad de éxito- que seguramente la Academia tuvo para escoger esta película. Sólo que eso nunca lo dirían y tienen en cambio que comprometer a todo el gremio de trabajadores del cine vinculado a la Academia con consideraciones estéticas como la expresada por Laura García, que lo único que pueden hacer es sonrojar. Respecto al tono de debate, solo me gustaría aclararle al anónimo comentarista que Proimágenes, una entidad que funciona con una normatividad de empresa privada sí es bastante vigilada, por todo el arsenal de ías que controlan los recursos públicos en el país. Eso no quiere decir ni es equivalente a la vigilancia que de forma argumentada podrían y deberían hacer los ciudadanos interesados en los temas que esta entidad maneja.

Anónimo dijo...

Ya lo ha dicho Pedro, "sí es bastante vigilada por todo el arsonal de las que controlan los recursos públicos en el país."- Eso en cuanto a recursos, pero en cuanto al comportamiento, el proceder y a la preparación de Claudia Triana, Gonzalo Castellanos, Silvia Amaya, etc, ¿quién vigila eso? o ¿ante quién quejarse de forma argumentada? ¿Qué hacer cuando las formas argumentadas generan respuestas como la que le envió a ud. la academia? ¿Concretamente qué se puede hacer? ¿Qué hacer? Los argumentos producirán otros argumentos. Hablemos más bien de conductos regulares para seguir en caso de anomalías disciplinarias de estas personas. ¿Qué hacer?

Pedro Adrián Zuluaga dijo...

Me parece que el balance de 15 años de Proimágenes tiene muchos más elementos positivos que negativos. Es una garantía para la solidez institucional que necesita el cine colombiano. Otra cosa es que se esté en desacuerdo con algunos aspectos, o con alguna orientación de sus políticas, y en esos casos hay que dar debates puntuales. Pero eso no justifica la descalificación en conjunto de la labor fundamental de Proimágenes para el cine colombiano. La propia Claudia Triana que despierta tantos odios y amores -y quién no en una trayectoria de 15 años- es una gestora arriesgada sin ser aventurera, su permanencia puede leerse como apego al poder, pero también como capacidad de permanencia y de adaptabilidad a un medio de múltiples cambios coyunturales. Además, ella no llegó a Proimágenes de rebote como suele ocurrir en el sector cultural colombiano, sino tras una carrera previa en instituciones del cine como la Cinemateca y Patrimonio Fílmico. Yo la veo más como un chivo expiatorio que muchos eligen para evitarse hacer evaluaciones más complejas.