lunes, 22 de diciembre de 2025

Rosa von Praunheim: «Amo las discusiones, la controversia y la provocación»

El 17 de diciembre pasado murió en Berlín, de 83 años, el icónico artista alemán Rosa von Praunheim (Holger Bernhard Bruno Mischwitzky). Una parte pequeña pero significativa de su obra fílmica (también escribió teatro, pintó y fue activo militante de la causa LGBTIQ+), se presentó en Colombia en 2001, e inauguró lo que, desde entonces, y en honor a su nombre artístico, se conoce como Ciclo Rosa. Él a su vez, al escoger el Rosa, quiso recordar el triángulo de ese color con el que eran marcados los homosexuales prisioneros en los campos de trabajo y exterminio del nazismo. Las ocho películas que se exhibieron en esa ocasión fueron traídas al país por el Goethe-Institut, una de las entidades fundadores del Ciclo. Rosa von Praunheim no asistió. La siguiente entrevista fue realizada vía mail ese mismo año, y la recupero como un pequeño homenaje o gesto de gratitud a alguien que nos hizo reír y al mismo tiempo nos sacudió con su furia crítica. En su versión original fue publicada por la revista Kinetoscopio en su número 59 (2001).

Pedro Adrián Zuluaga


Aunque el Mr. Von Praunheim de mi saludo se convierte en el Love Rosa de su despedida, la figura del director alemán impide cualquier manoseo, cualquier regodeo cretino. También sus películas se resisten a ser confiscadas (y/o manoseadas) por una élite y hablan para distintos públicos y en distintos niveles: como alegato político a favor de los derechos públicos y privados de una minoría; como reivindicación de una estética  «queer» (o camp o kitsch o como quieran llamarla), capaz de expresar la terrible banalidad de lo exótico; como cine que interpela los cánones narrativos, los vicios de la representación y la rigidez de los géneros. «Me gusta incomodar al espectador», dice una y otra vez, en abierta contradicción con el fervor que pueden despertar sus filmes.

Secas y directas, como algunas de sus películas, algunas de sus respuestas evaden, sobre todo, la mixtificación de sí mismo. Barrocas y exaltadas, como otras de sus películas, otras de sus respuestas lo devuelven a la condición de símbolo de una lucha agonizante la de la comunidad gay convertida en porción del mercado.

La siguiente entrevista se hizo necesaria como complemento al tinglado rosa que se armó en Bogotá y Medellín para acoger el cine de un célebre desconocido en Colombia, por supuesto recibido en esta parroquia con los honores de una reina. El teatro social provocado por las ochos películas del Ciclo Rosa coincidió con la celebración del Orgullo Gay (en las últimas de junio) y esa coyuntura le dio a la retrospectiva del director alemán y a las siguientes preguntas y respuestas el sesgo que habrán de notar, y en las que Rosa a veces es esa persona mayor mucho menos solemne que el aprendiz de entrevistador.

PAZ: Dos películas suyas, Mr. Von Praunheim, ubicadas al final y al principio de su filmografía, parecen representar los dos extremos de una balanza. En ¿Puedo ser tu salchichón, por favor? (Can I be Your Bratwurst, Please?, 1999) hay ironía y desencanto y lo que podríamos llamar una laxitud ideológica, o por lo menos una relación de amor-odio con la cultura de masas, mientras que en Ser homosexual no es perverso, perverso es el contexto (Nicht der Homosexuelle ist pervers, sondem die Situation, in der er lebt, 1970) hay beligerancia, una especie de declaración pública, una máquina ideológica bastante densa. ¿Ha cambiado tanto su manera de pensar con respecto al movimiento gay? ¿Se puede seguir hablando de un movimiento gay? ¿La transformación de sus películas refleja la transformación de su pensamiento?

RVP: No padezco de laxitud ideológica, aún soy muy activo políticamente. Acabo de hacer una película sobre cuatro drag queens, también activistas, que trabajan en asuntos como el SIDA, la prostitución, la marihuana, la lucha contra los neonazis y otras cosas así. Pertenezco a los viejos tiempos y me encanta luchar, aunque la gente joven en Alemania parece no estar muy interesada en la política, solo quieren fiestas y diversión. Sin embargo, hay muchas excepciones, especialmente en otros lugares del mundo donde la lucha es aún nueva y necesaria.


Ser homosexual no es perverso, perverso es el contexto , 1970

             Ser homosexual no es perverso, perverso es el contexto, 1970


PAZ: En ¿Puedo ser tu salchichón, por favor? usted utiliza la figura de uno de los reyes del porno, Jeff Stryker, de un modo muy contradictorio: a veces sucumbe a su encanto, otras veces usa todas sus armas para agredirlo. En ese sentido, le pregunto por su relación con la pornografía y con todo el star-system que se ha construido alrededor. La existencia de stars como Ryan Idol, Billy Herrington, Ken Ryker y por supuesto el mismo Stryker, con su actitud activa y dominante, puede ser vista como la encarnación de un sexo reaccionario. ¿Cuál es su relación con ese mercado de stars que ni siquiera definen claramente su identidad sexual? ¿Por qué darles visibilidad en un cine como el suyo? 

RVP: Tienes razón, Jeff Stryker no nos confirma su sexualidad, aunque me parece que es heterosexual y que tiene un hijo que vive con él. Pero Jeff es una fantasía, el porno es fantasía, y opino que no existe un porno reaccionario, como no existe un arte reaccionario. El arte no se debe juzgar moralmente. Odio a las feministas que hacen eso. Casi no veo porno y no sé mucho de él, pero creo que es bueno que sea tan aceptado ahora, que las estrellas porno sean tan públicas y que la prostitución sea más abierta. Encuentro interesante que haya tanta variedad en el sexo: una lesbiana escribiendo porno para hombres; otra, con un vibrador, culeándose a un gay; tipos straight haciendo pornografía para gays, etc.

PAZ: El personaje de Yo soy mi propia mujer (Ich bin meine eigene Frau, 1992). Charlotte von Mahlsdorf, parece encarnar una nueva inocencia sexual. Es posible encontrar todavía ese tipo de héroes que usan su cuerpo de una manera libre en una época donde el sexo se ha enrarecido desde varios frentes: por los fantasmas del SIDA, por las seducciones de la publicidad, por la sociedad de consumo. ¿Puede el sexo ser una experiencia de libertad personal?

RVP: ¿El sexo como libertad personal? ¡Vaya palabras mayores! ¿Qué es libertad? Todos los gestos libres son reemplazados por nuevas represiones. Mis estudiantes parecen más puritanos ahora, en medio de toda esta apertura sexual. Entre tanto los gays, mientras más emancipados, más conservadores mire sino el caso de los matrimonios gays, que personalmente rechazo*. La represión es siempre más interesante para la revolución, el arte y la experimentación. El exceso de libertad parece aburrir a menudo y vuelve a la gente, algunas veces, poco creativa. La vida es demasiado compleja y todavía sabemos poco sobre el sexo y... ¿la libertad? ¿Es eso posible?

PAZ: Sabemos que su figuración pública ha sido bastante incómoda para algunos gays europeos. Sus opiniones a favor de ciertos controles en los saunas alemanes le granjearon enemigos, calificativos como reaccionario, etc. En USA, una figura como Larry Kramer logró expresarse con menos dificultad y de alguna manera definió algunos parámetros en el orden sanitario y represivo. Unos años después del ardor de estas polémicas, ¿cómo ve lo que ha pasado en los últimos años? La nueva flexibilidad, el retorno del bareback sex**? ¿Cómo relaciona Los vicios no saben de moral (Ein Virus kennt keine Morat, 1985) o su Trilogía del Sida (Die Aids-Trilogie, 1990) con esta discusión?

RVP: ¿Control en los saunas? Sí, milité arduamente en Alemania al comienzo de la crisis del SIDA. Dije inmediatamente que teníamos que practicar un sexo más seguro y que se debía tomar muy en serio la prevención.  Después de 10 años de luchas, en plena crisis de la epidemia, he perdido frente a mis enemigos, frente a los que están en contra de la prevención. «Todo el mundo tiene derecho a contraer el SIDA», «El sexo seguro es desagradable», «No es el virus, es la prensa la que nos infecta». La gente que estuvo en contra de la prevención está sentada ahora en los comités, recibiendo dinero para los grupos de apoyo a los enfermos, lo cual detesto. Me tuve que rendir a mediados de los años 90, agotado, a pesar de todo lo que queda por hacer. El barebacking me parece desagradable. Los jóvenes, especialmente, se involucran en situaciones peligrosas, pero también ellos deben pensar en nuevas formas de prevención. Yo ya hice mi parte, ahora soy más viejo y muy activo sexualmente, pero practico estrictamente el sexo seguro.

PAZ: Muchos de sus personajes son outsiders que representan diferentes formas de oposición al establishment. Pero esas impugnaciones son individuales no colectivas. En el actual estado de cosas, ¿es esa la única forma razonable de contestación?

RVP: Ya ves, vivo en un mundo de outsiders. Todo el mundo es un outsider para mí. Aún la persona supuestamente más normal es un outsider. Así que cualquiera me resulta exótico, extraño. Cualquiera podría ser el personaje de una de mis películas.

PAZ: Usted empezó realizando películas de corte underground, pero hace dos años tuvo la oportunidad de filmar El Einstein del sexo (Einstein des Sex, 1999) como una gran producción. ¿Es posible seguir luchando contra el mainstream mientas se está dentro de él?

RVP: Sí, Einstein des Sex fue una producción en grande muy en grande para mi gusto. Ahora estoy haciendo pequeñas producciones en video y me encanta. El video y la edición digital son tan baratos ahora que siempre les digo a mis estudiantes que los usen para trabajar tan libre y subversivamente como sea posible.

PAZ: La mayor parte de su público, al menos en Colombia, eran los mismos gays que usted parece confrontar con sus películas. Ellos celebraron sus trabajos como el patrimonio cultural de un ghetto, pero es difícil imaginar como consecuencia un cambio en sus actitudes y estructuras personales. ¿Cómo siente esa aparente contradicción? 

RVP: No le puedo decir mucho al público de Colombia. No sé mucho sobre la situación allá. Me interesa poder ayudar a países con actitudes y tradiciones represivas. Como sea que mis películas se reciban, pueden ayudar en algún sentido a la educación de los espectadores, aunque de todas maneras el arte es muy limitado. Adoro provocar debates con mi cine, amo las discusiones, la controversia y la provocación que despierta, pero no me importa si la gente solo lo disfruta, se divierte y se aprovecha de mi rabia, mi creatividad, mis peliculitas sucias y mi mente extraña.

PAZ En otro nivel, la muestra de películas suyas en Colombia impresionó por la variedad de lenguajes que usted involucra: documental y ficción, tragedia y comedia, panfleto y parodia, solemnidad y absurdo. ¿Cuál cree que sería la razón para que su filmografía perdure, la historia gay que documenta o la riqueza de sus medios expresivos?

RVP: No tengo idea de si mi trabajo sobrevivirá. Solo sé que estoy orgulloso de ser uno de los primeros en documentar la vida gay, lo cual he hecho por más de 30 años.

PAZ: ¿Qué hechos en la historia del movimiento gay han marcado nuevos puntos de vista en su obra?

RVP: Muchos hechos han sido importantes. En los primeros días no sabíamos mucho sobre los padres y abuelos de la historia gay,  como Magnus Hirschfeld, mi Einstein del sexo. Estábamos furiosos y queríamos un cambio. También un cambio político en general. como el movimiento estudiantil de 68. Nos decepcionamos mucho cuando el movimiento gay se volvió excesivamente comercial a mediados de los 70. Por supuesto el SIDA fue un gran impacto, un retroceso, pero también una poderosa motivación para pelear y levantarse de nuevo. Pero es solo después de esos primeros tiempos cuando me he interesado mucho en la historia gay y, en general, en todas las discusiones sobre el transgénero.

PAZ: Mucha gente encuentra desagradable la idea de hacer un uso político (público) de la sexualidad. Basado en su propia experiencia, ¿qué le puede responder a quienes piensan así?

RVP: Que el sexo es siempre político.

PAZ: El título de su última película, Para mí no existía sino Fassbinder (Fur mich gab's nur noch Fassbinder, 2000), me hace pensar obviamente en su relación con el director de En un año con trece lunas, que alguna vez lo llamó «Mi amigo Rosa». ¿Qué tan próximos eran ustedes dos? ¿En qué niveles se daba la cooperación entre ambos?

RVP: Nunca me gustó Fassbinder y así se lo dije. Siempre pensé que era un fascista, especialmente por la forma en que trataba a su gente. Nunca me gustó su arte, tan estilizado, tan rígido. Nunca le creí nada. Pero también sentía muchos celos de su fama. Al principio yo le gustaba a Fassbinder, le resultaba sexy. Pero a mí me parecía feo, de cuerpo y alma.

PAZ:  ¿Y qué tan cercano, en cambio, le resulta otro momento cumbre del cine alemán, el expresionismo de los año 20? Se lo pregunto porque en Anita Barber -La danza del vicio (Anita- Tänze des Lastres) usted utiliza de forma paródica algunos códigos de esa estética.

RVP: El expresionismo alemán es una gran influencia en mi arte, pero si vamos a hablar de influencias tengo que mencionar, sobre todo, al underground norteamericano: Gregory, Markopolous, Vacaro y Ludlam, Jack Smith.

PAZ: Para terminar, permítame una pregunta personal. A sus 58 años, ¿ha encontrado algo parecido a la serenidad? ¿Algo con qué protegerse del angst gay, del horror vacui, como el título de otra de sus películas?

RVP: No, me siento muy joven y sexy ahora. Tuve una gran crisis cuando llegué a los cincuenta. Me llené de miedo de no ser competente, especialmente como director de cine. Pero siempre me conservé muy activo sexualmente. Como gay puedes tener sexo cuando quieras, los viejos somos magníficos chupavergas. Vivo con el hombre de mi vida hace 23 años, él tiene además un novio adorable y junto con mi anciana madre hacemos una gran familia. Love Rosa.

*Pocos días antes de su muerte, sin embargo, Rosa se casó.

**Sexo sin protección

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