domingo, 21 de abril de 2024

"Pepos" de Jorge Aldana: el eslabón perdido del cine colombiano marginal

Al comienzo de 2020, Los Niños Films estaba armando el dossier con el que iba a empezar el proceso para que Pepos, la película de culto filmada por el cineasta y artista Jorge Aldana en la década de 1980, tuviera una restauración en las condiciones ideales para ese material, frágil en distintos niveles. Manuel Ponce de León, uno de los "niños", me pidió entonces un texto que explicara el lugar que esta película tenía, o debería tener, en nuestras azarosas tradiciones culturales y cinematográficas. Recupero hoy lo que escribí entonces, que no sé si sirvió de algo, para celebrar que esa restauración fue posible y que ya tuvo su estreno en Colombia, en el FICCI 63 que está ocurriendo ahora mismo.

Pedro Adrián Zuluaga

Still tomado de la versión no restaurada.
Pepos (1983), de Jorge Aldana, es una película colombiana de ficción filmada en 16 mm en un perímetro de calles y barrios bogotanos que vieron crecer formas de vida atravesadas por la marginalidad económica y social. Pero el interés, todavía fresco, de la película, no reside ni en las características sociológicas de los sujetos filmados ni en la importancia política del tema de la precariedad. Es la mirada de Pepos, conscientemente alejada de una estética miserabilista, la que a los ojos de hoy puede verse como pionera para el cine colombiano y latinoamericano.

En la década de 1970, los cineastas Luis Ospina y Carlos Mayolo denunciaron en Agarrando pueblo la proliferación de una estética que llamaron pornomiseria. En las películas que los dos directores acusaban, el cine servía como un dispositivo para hacer grandes proclamas y para reclamar intervenciones y cambios sociales. Sin embargo, la pornomiseria poco reparaba en la densidad cultural y la riqueza simbólica de los sectores y personajes marginales. 

Pepos, que filma a jóvenes que se drogan con tranquilizantes u otro tipo de medicamentos, reconoce en estos personajes dimensiones que no se pueden reducir a la miseria. En estas vidas precarias hay una celebración de la libertad y una disponibilidad para juntarse y crear formas nuevas e insólitas de comunidad. 


La película misma es un gesto anárquico y libertario, que anticipa el tipo de atención que en los años noventa el cine colombiano y latinoamericano dirigirá a la infancia, ya no desde el marco de un análisis marxista de la inequidad económica, que fue lo habitual en los años anteriores, sino desde una perspectiva contracultural y poética.

Esta película, como después lo sería Rodrigo D., es un documento musical y una memoria invaluable sobre el trabajo con actores no profesionales, que también va a caracterizar el cine de Víctor Gaviria y de muchos otros cineastas latinoamericanos posteriores.

Como producto cultural, Pepos ha tenido una vida precaria como la de sus personajes. Se ha exhibido muy poco y siempre con la presencia de su director, que ha rescatado la materialidad que de ella sobrevive. En 2008, el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente-BAFICI la proyectó en una de sus sesiones. El director del Festival escribió de ella por entonces: “Mucho del último cine de la calle que se hizo en Latinoamérica debiera ver esta joya oculta como quien descubre que tenía un pariente lejano y no lo sabía”. 

Recuperar y poner a circular este filme inclasificable y soberanamente libre es una contribución a traer de vuelta una página parcialmente borrada de la historia del cine de la región.

Ver trailer (versión no restaurada): https://fb.watch/rAQ1GVGzEI/

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