sábado, 22 de enero de 2011

Recomendado de la semana: Más allá de la vida, de Clint Eastwood

"La especie humana dominaba la tierra y aprovechaba este dominio para exterminar otras especies y calentar la atmósfera y, en general, estropearlo todo, modificándolo a semejanza del hombre; pero también pagaba su precio por tales privilegios: que el cuerpo animal de su especie, finito y concreto, contuviera un cerebro capaz de concebir lo infinito, y ansioso de serlo"
                         Jonathan Franzen, Las correcciones, Seix Barral.


El estreno este viernes de Más allá de la vida (Hereafter), la película número 31 de Clint Eastwood como director, marca el comienzo de la recuperación de la cartelera colombiana, habitual desde finales de enero, cuando las nominaciones a los Oscar y los premios de la industria del cine en Estados Unidos orientan el interés hacia un cine de mayor calidad.

Eastwood es un clásico vivo del cine norteamericano y su nombre tiene la rara virtud de conciliar el respeto de la industria y de la crítica. Las últimas películas de Eastwood, sin embargo, han demostrado altibajos y exhiben señales de cansancio, como si los tiros del viejo vaquero ya no fueran infalibles. Filmes aclamados como Gran Torino se alternan con películas muchas más blandas como Changeling o Invictus.

Más allá de la vida se ubica un poco más arriba que los dos últimos títulos pero muy abajo con respecto a, por ejemplo, Rio místico. Sin embargo, este filme, que enlaza tres historias vinculadas con la pérdida, el duelo y las experiencias de la muerte es ciento por ciento Eastwood en su impecable arquitectura narrativa, en ese clasicisimo expositivo que nos hace olvidar que estamos viendo un filme (los elementos formales son en nada obstrusivos y se vuelven invisibles) y nos sumerge en una corriente de emociones hábilmente dosificadas pero finalmente ineludibles.

Lo que más llama la atención es la capacidad del director para asumir una perspectiva laica, y hasta donde se puede racional, de un tema que fácilmente se vuelve excusa para deliquios espiritualistas. ¿Qué hay más allá de la vida material del cuerpo? ¿Es cierto lo que relatan aquellos que han vuelto de algo cercano a la muerte? ¿Por qué sus relatos e imágenes coinciden en describir un mundo de luz y una fuerte presencia de los otros? ¿Es explicable esta coincidencia por el funcionamiento cerebral o es una proyección del deseo de supervivencia, los arraigos afectivos, la culpa y los condicionamientos culturales?

Eastwood no asume una sola perspectiva y en cambio combina puntos de vista: la exitosa periodista francesa (Cécile de France) que es testigo del tsunami, el medium (Matt Damon) que renuncia a su don para vivir una vida normal entre los paisajes industriales de San Francisco, el niño de los dickensiandos barrios londinenses que pierde a su hermano y busca por todos los medios contactarse de nuevo con él. El director buscar así hablar de una experiencia y un deseo universales, que merecen todo su respecto y atención.

Cuando la periodista es contratada para escribir un libro sobre Mitterrand pero termina escribiendo uno sobre la vida más allá de la muerte, sus editores franceses le dicen que esos temas sólo interesan en Norteamérica. Y aunque el libro finalmente lo publica una editorial de nombre Acuario y con sede en Estados Unidos, en ningún momento Eastwood insinúa que todo no es más que charlatanería. Al contrario, Más allá de la vida es el reclamo espiritual de un anciano de ochenta años, que sin embargo no se permite la evasión o el misticismo: el filme mira de frente un mundo que se derrumba entre desastres naturales, atentados terroristas (de nuevo las bombas de Al Qaeda en Londres) y traiciones laborales.

El conmovedor homenaje a Dickens que la película se permite incluir, con lectura de Derek Jacobi incluida, es quizá la manera que tiene Eastwood de suscribir como suya una tradición: la de la novela social y el cine que hereda esa necesidad de dar respuestas a su presente, o por lo menos de examinarlo desde distintos ángulos sin excluir la razón, los sentimientos, la ciencia, el deseo y la compasión.

Ver trailer:

2 comentarios:

jack casablanca dijo...

Creo, al contrario, que es una mala película de Eastwood, empezando por la manipuladora y edulcorada música que él mismo compuso. Y la culpa tal vez no es del todo suya sino de un guión en el que se pudo desarrollar con inteligencia y arrojo el concepto de la muerte más allá de la existencia material. Su postura no es para nada laica o racional. Podría decirse que la película no es realista, al contrario, se enmarca en el género de la fantasía (¿eso existe?), pues en ningún momento se controvierte el hecho de que el médium pueda comunicarse con los muertos, ni se exploran otras posibilidades frente a los eventos sobrenaturales, lo que hubiese posibilitado una reflexión que fuera más allá de supuestos anclados en la superstición cristiana. Los evocativos pasajes referidos a Dickens hubiesen sido una buena oportunidad para internarse, dramáticamente, en la interioridad de un personaje que no comprende su don en vez de conducir al espectador a través de una insípida historia de gente que se encuentra y en la que la muerte resulta ser solo una excusa para ejercitar un optimismo senil.

Pedro Adrián Zuluaga dijo...

Claro, las obras de ficción -por no decir los discursos artísticos- asumen visiones del mundo que no son en sentido estricto objetivas. Eastwood creen en sus personajes y sus visiones, como antes de él muchos artistas han creido en lo sobrenatural; pero muestra cómo esos personajes se vuelven inadecuados para la vida (la periodista pierde credibilidad, al obrero se le escapa la razón entre las manos, el niño no puede seguir adelante). El happy end lo único que demuestra es la adhesión de Eastwood a una narrativa clásica donde los personajes se transforman y cierto equilibrio se restablece.

Para las pretensiones de objetividad está la ciencia con sus verdadades unidireccionales. Más que optimismo senil veo en esta película la busqueda angustiada de un hombre de ochenta años. Seguramente la relación con la muerte cambia con la edad, ¿por qué no es posible hacer una película sobre esa relación conservando una perspectiva que no es religiosa, como estoy seguro que no es la de Eastwood en esta película?