Con Margarita García Robayo continúa la serie de respuestas de escritores colombianos sobre su relación con el cine. García Robayo, radicada en Buenos Aires, ha publicado, entre otros, Lo que no aprendí, Cosas peores (Premio Casa de las Américas) y Tiempo muerto.
Por G JARAMILLO ROJAS*
G JARAMILLO ROJAS: ¿Cuál fue la primera película que viste
en un cine?
MARGARITA GARCÍA ROBAYO: Me parece que una que se llamaba Momo en
el aire”, creo. Me encantó porque Momo era una niña pobre pero feliz, que comía espaguetis blancos con mantequilla y queso al pie de una escalinata romana y a
mí eso me parecía de una belleza absoluta. Tenía unos pelos rizados
despeinados, estaba sucia y mal vestida, pero era absolutamente feliz. En el
medio pasa algo malo que olvidé, y al final prevalece el estado de felicidad.
En mi recuerdo, entré y salí contenta del cine, aunque en el medio (ese medio
que olvidé) hubo un descenso emocional que seguramente hizo de la experiencia
algo mucho más atractivo y complejo.
¿Cómo ha sido tu relación con el cine a
lo largo de los años?
Me encanta el cine. Últimamente voy poco
porque tengo niños pequeños, pero tengo la suerte de haberme casado con un
director de cine que considera muy importante tener un televisor gigante en la
casa para ver películas, aun cuando la mayor parte del tiempo sean las
películas de Pixar (que amo).
¿Crees que lo cinematográfico y lo
literario están profundamente hermanados y condenados a encontrarse o hay
caminos propios de cada uno donde el otro lenguaje no tiene cabida?
No sé si es una relación indefectible, el
lenguaje audiovisual y el lenguaje narrativo son radicalmente distintos.
También escribo guiones y me doy cuenta de lo distinto que es contar de un modo
o del otro. Yo sigo estando mucho más cómoda en lo narrativo, es mi lugar
natural, donde me siento más libre y menos condicionada.
¿Qué tipo de correlaciones o
correspondencias encuentras entre cine y periodismo?
En términos estéticos ninguna. En
términos de contenido, a veces, una buena pieza periodística emula a un buen
documental y viceversa. Pero en general no creo que las disciplinas deban o
puedan ser analizadas como categorías cerradas; es decir, creo más en analizar
a los autores y no a los rubros. Un buen autor (como un buen artista, un buen
narrador) es curioso, osado, intuitivo, qué se yo… O no es nada de eso, sino
otras cosas que lo singularizan. A eso me refiero, a lo singular: no puedo
hablar del cine o del periodismo en genérico o en abstracto, en cambio sí puedo
hablar de autores singulares en uno y en otro rubro.
Hay quienes consideran que el cine es un
modo de expresión tan nuevo que, necesariamente, debe ser completamente
diferente de la literatura. ¿Lo crees así? ¿Qué opinas?
El cine no es nuevo (otra cosa es que sea
más nuevo que la literatura, como lo debe ser casi todo). Lo “nuevo” pasa hoy
por otro lado que quizá esté más ligado a lo tecnológico en maridaje con lo
artístico. En eso sí que hay un montón de innovaciones, a mi entender.
¿Todo documental es sustancialmente
periodístico?
Insisto con lo anterior, lo periodístico
o lo documental como categoría no me dice mucho. Dependerá del documentalista
en cuestión y su búsqueda particular con lo que realiza. Hay películas en
formato estrictamente documental que cuentan ficciones y viceversa. ¿A qué le
llamamos qué? ¿Por qué? La condición
esencial muta según cada caso, a veces a un documental te lo define el formato,
otras veces, el contenido.
¿Cómo crees que se puede ejercer
audiovisualmente la “no ficción”?
No tengo idea, pero intuyo que con la
misma búsqueda de singularidad que te exige cualquier disciplina si quieres
distinguirte como autor.
¿Consideras que el cine es un producto
estricto de la literatura o sólo una expresión de ella?
Ni lo uno ni lo otro. El cine y la
literatura tienen calidades distintas, son disciplinas distintas con suficiente
identidad como para supeditar la una a la otra.
El cine ha recibido de la literatura
relatos, argumentos, formas y cualidades. La literatura, en todo el último
siglo, ha venido recibiendo del cine diferentes modos de narrar, concertando nuevas
miradas y objetivos ficcionales e incluso estilos. Teniendo en cuenta todo esto
¿Ha influido el cine en tu carrera como escritora?
En mis textos ha influido todo lo que he
consumido a lo largo de la vida. He consumido mucho cine, sí. Pero también mucha
televisión, mucha narrativa de ficción y no ficción, mucha música, mucha
animación, mucha comida y bebida, y muchos viajes, o sea muchas experiencias,
en fin. Todo lo que consumo juega un rol en lo que se produce porque
es imposible divorciar la producción propia de nuestros intereses y nuestras
fijaciones sobre el mundo.
Para muchos el cine ha dejado de ser un
arte y se ha convertido explícitamente en un espectáculo. ¿Algo así pasó alguna
vez en la literatura o crees que pueda llegar a pasar?
No sé. No soy buena analista de lo macro.
No me gusta pensar en términos macro a lo mejor porque mis consumos no
representan esas expresiones. También suelo huir de esta hipótesis permanente
de que las cosas se degeneran con el paso del tiempo. O bien, pensar que
“convertirse en espectáculo” es algo malo. Supongo que las disciplinas
artísticas, como todo lo demás, tiene ciclos, fases, etapas, y las
transformaciones son naturales y esperables. Prefiero que las cosas cambien a
que se estanquen. Además, suelo pensar que este tipo de afirmaciones hablan más
de dónde tiene puesto el foco quien la dice, que de un fenómeno cierto e
indiscutible.
Fernando Vallejo asegura que el cine es
un lenguaje muy menor al lado de la literatura, así como la literatura es
infinitamente inferior a la música ¿Qué piensas de esta afirmación?
Coincido en términos absolutos, pero no
en términos singulares. Hay casos puntuales de cineastas geniales y escritores
mediocres y músicos lamentables. Pero si se analiza lo que nos han dejado como
legado cada una de esas disciplinas a lo largo de la historia, no puedo sino
coincidir con Vallejo y hacerle la debida reverencia.
La palabra es la unidad fundamental de la
literatura y sin ella no habría cine. ¿Sin imagen (que es la unidad elemental
del cine) crees que podría haber literatura?
Las palabras construyen imágenes. La
literatura se sostiene, entre otras cosas, en imágenes. No imagino una
literatura estrictamente retórica, que prescinda del poder de visualización tan
poderoso que consigue la palabra.
Hay adaptaciones e inspiraciones de todo
a todo: del teatro al teatro (Antígona de Sófocles y la versión diferenciada de
Bertolt Brecht), de la poesía a la escultura (Las flores del mal de Baudelaire y
El pensador de Rodin), de la música a la literatura (La consagración de la primavera de Igor Stravinsky y la novela homónima de Alejo Carpentier), de la
literatura a la música (los amores de Paolo y Francesca de La Divina Comedia de
Dante recreados en Francesca de Rimini de Tchaikowsky) de la arquitectura al
cine (Metrópolis de Fritz Lang) y tal vez la más explotada de todas las
adaptaciones entre otras muchísimas: de la literatura al cine (Muerte en
Venecia de Thomas Mann recreada por Luchino Visconti) Con todo esto y en todos
los sentidos y tránsitos omitidos más por espacio que por otra cosa ¿Consideras
que existen las adaptaciones perfectas o fidedignas o más bien todo se reduce
al universo de la inspiración? Y ¿Los lenguajes, además de ser diferentes,
pueden resultar incompatibles?
Las adaptaciones son obras en sí mismas.
Igual que las traducciones. Es inútil compararlas buscando fidelidad, no la
vamos a encontrar porque hay otro autor que intervino la obra original e hizo
de ella otra cosa. Y me parece muy bien que así sea. Cada vez que me traducen
un libro a otro idioma pienso en esto, porque pretender que ese otro libro sea
un espejo exacto del que tú escribiste no solo es inútil sino frustrante.
Riccioto Canudo, es el responsable de que
desde 1914 el cine sea considerado el Séptimo Arte cuando escribió su
Manifiesto de las Siete Artes. Allí él abordó y definió al cine como una
síntesis de las artes en donde se ve y se oye, y que con su capacidad de
rememoración también hace posible que se huela, se deguste, se palpe y, en
definitiva, se sienta. ¿Con respecto a la literatura y en general para con el
mundo del arte, estás de acuerdo con esta afirmación o crees que las cosas han
cambiado o nunca fueron así?
Creo que todas las artes tienen la
capacidad de generar sensaciones múltiples en quienes se expongan a ellas. Pero
no creo que muchos autores lo consigan.
¿Qué tipo de conocimientos o sentimientos
es incapaz de aglutinar el cine en relación a la literatura o qué tiene el cine
que no tenga la literatura?
En sentido estricto el cine tiene imagen y sonido. En el sentido de la experiencia, ambas pueden ofrecerte todo lo que su autor sea capaz de trasmitir según su pericia y su grado de virtuosismo.
En sentido estricto el cine tiene imagen y sonido. En el sentido de la experiencia, ambas pueden ofrecerte todo lo que su autor sea capaz de trasmitir según su pericia y su grado de virtuosismo.
El polifacético Howard Hawks dijo en alguna ocasión que para hacer cine hacen falta tres cosas: Una buena historia, una buena historia y una buena historia. ¿Se aplica para la creación literaria?
En mi opinión, no. Como lectora, una
buena historia me funciona pero no me basta. Si pensamos una buena historia
como aquella que contiene una trama eficiente, unos personajes verosímiles y
adecuados y una resolución coherente, por ejemplo, por supuesto que la valoro.
Pero me cautiva más la literatura que invierte en climas o formas narrativas
capaces de trasmitir emociones más que argumentos.
¿Lo bello, lo feo, lo horroroso y lo
sublime en cine es igual a lo bello, lo feo, lo horroroso y lo sublime en
literatura?
No creo que nada sea igual a nada, ni el
cine al cine, ni la literatura a la literatura, ni el cine a la literatura. Lo
bello, lo feo, lo horroroso y lo sublime tienen infinidad de matices.
¿En cine: prefieres el formato argumental
o el documental?
Prefiero el que más me conmueva.
¿En literatura: prefieres la ficción o la
“no ficción”?
Prefiero la que más me conmueva.
¿Si escribieras un guion sería argumental
o documental?
Escribo guiones. Hasta ahora solo
argumentales (o sea de ficción), quizá porque es la forma más habitual de
expresarme, al igual que en la literatura.
¿Qué película te habría gustado escribir
y/o dirigir y en qué habría cambiado? ¿Por qué?
Todavía no existe, porque no la hice. Y
las que más me gustan como espectadora, sería incapaz de hacerlas.
¿Qué tanto tienen tus obras (tanto de
ficción como de no ficción) de cinematográfico?
Supongo que tengo alguna fijación por la
construcción de imágenes detalladas, a lo mejor eso es asimilable a mi
experiencia como consumidora de lo audiovisual.
¿Recuerdas especialmente alguna
adaptación cinematográfica?
Muchas. Desde El Padrino hasta Matar a un ruiseñor. Y recuerdo también estas películas de escritores que de algún modo
intentaban revelar algo esencial de su obra, no hay muchas buenas, me parece,
pero tengo un buen recuerdo de Antes que
anochezca, la de Reinaldo Arenas y Eclipse en el corazón, la de Arthur Rimbaud
y Paul Verlaine, a quienes, confieso, empecé a leer justo después de ver la
película, que es del año 95, o sea que yo tenía 15 años y mi cabeza ebullía de
curiosidad.
¿Cuál o cuáles de tus textos te gustaría
ver representada en la gran pantalla? ¿Por qué?
Ninguno, me pone muy nerviosa ver la
transformación que sufren las obras al ser intervenidas y convertidas en obras
distintas (en este caso una película). Ya no sería mía. Supongo que es puro
egoísmo, no quiero perderlas, aun cuando otro, seguramente, sea capaz de mejorarlas.
¿Sigues el cine colombiano? ¿Qué piensas
de lo cosechado en los últimos años?
Sigo más la literatura, pero me parece
que en todos los rubros artísticos hay un recambio radical que no es solo
generacional (que es lo más obvio) sino un cambio de la mirada sobre el país
que me parece fabulosa, fresca, original, desprejuiciada. Me gusta mucho lo que
está pasando a nivel artístico en Colombia.
Un puñado de películas y/o directores
universales inolvidables para ti.
Nunca sé si es mérito de la película o de
la predisposición de uno al momento de verlas, pero siento que me marcó para
siempre el quinteto de Truffaut y la trilogía de Richard Linklater (aunque
para mí gusto fue un poco en picada, pero valoro la totalidad de su
“experimento”), a la que le sumo Boyhood. Quizá tiene que ver con que a mí también me obsesiona el paso del tiempo, lo que produce en las personas, en los
vínculos, en el modo de mirarnos, en cómo va mutando la idea de pasado y de
futuro. Es obvio que también me atrae el componente autobiográfico que ambos
directores imprimieron en esas películas. Hay una búsqueda personal, pero que
excede lo personal, es como si a través de esas historias, de esos alter egos,
quizá, intentaran explicarse ciertas cosas inabarcables del mundo… En ese sentido,
mucho más recientemente, me gustó ver, por ejemplo, un documental sobre Joan
Didion (que no es ninguna genialidad en sí mismo, me parece, pero justamente a
eso me refería con la predisposición con la que se miran las películas), una
autora a la que leo mucho y que, en el documental, ella misma hace un repaso
por los libros que escribió de un modo que me permite inferir (tanto de ella,
como de mí) que a veces escribir (o filmar) es un intento por contarnos y
explicarnos quiénes somos. Al intervenir nuestra propia vida –nuestras
impresiones y nuestras fijaciones– con la literatura o con el arte, se produce
una especie de desdoblamiento que nos permite mirarnos y narrarnos como si
fuéramos un personaje externo, distante, ajeno y no nosotros mismos. Y de ese
modo, creo, con mejores y peores resultados, es como conseguimos atribuirle
algún sentido a lo que hacemos.
*Estudió Sociología en el Externado de Colombia y, posteriormente, una maestría en Sociología de la Cultura en alguna universidad argentina. Actualmente se desempeña como cronista para varios medios latinoamericanos y forma parte del consejo editorial de Revista LATE.
*Estudió Sociología en el Externado de Colombia y, posteriormente, una maestría en Sociología de la Cultura en alguna universidad argentina. Actualmente se desempeña como cronista para varios medios latinoamericanos y forma parte del consejo editorial de Revista LATE.
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