miércoles, 29 de agosto de 2018

Chircales: un pueblo en busca de lugar


La inclusión de la fundadora y fundamental Chircales dentro del programa Fórum que la distribuidora Mutokino presenta esta semana en la Cinemateca Distrital (y próximamente en otras ciudades del país), es un gesto que traza una línea de continuidad entre la familia Castañeda, protagonista del documental de Marta Rodríguez y Jorge Silva, y los errantes personajes de las otras películas del ciclo. Aquí recupero este texto sobre Chircales escrito para una maleta de cine colombiano del Ministerio de Cultura.



Chircales (1967-1972) es el símbolo del cine político colombiano que empezó a realizarse a partir de los años sesenta, en un contexto exaltado por las luchas revolucionarias y la cultura de izquierda. Contrario a otros documentales colombianos y latinoamericanos que participaron de esa misma tendencia, este trabajo de Marta Rodríguez y Jorge Silva rehúsa convertirse en simple ilustración de problemas sociales o en el vehículo de una ideología previamente establecida. 

Aunque los directores asumen una posición muy clara frente a la realidad que plantean, que no excluye la necesidad de la participación política, lo hacen después de un largo proceso de convivencia con una comunidad de ladrilleros del sur de Bogotá y la familia protagonista.

Rodríguez mezcló su formación de antropóloga con estudios al lado de Jean Rouch en Francia, mientras Silva fue un autodidacta con una asombrosa capacidad de captar a través del lente de su cámara, la dolida pero no por eso menos hermosa condición humana de sus documentados. Este último fue capaz de componer planos de una inusual belleza que recuerdan por momentos el aliento épico del cine soviético de los años veinte o la fotografía del mexicano Gabriel Figueroa. 

Chircales combina entonces la calidad de la mirada estética de Silva con el rigor de los métodos antropológicos de Rodríguez para dar como resultado un filme que a pesar del esquematismo de la voz en off que funge como narradora y conciencia del documental, sobrepasa ampliamente su carácter político coyuntural.

Por el contrario, Chircales se puede ver como un modelo de análisis de una realidad dada, donde las pretensiones científicas de las disciplinas sociales no están disociadas de la poesía de la vida cotidiana. Así, la voz en off omnisciente que enumera, clasifica y ofrece datos, se ve complementada o incluso superada por la mucho más compleja voz de los propios protagonistas, que evalúan, en sus propios términos, su condición de explotación, sin demostrarse aún preparados para intentar un cambio estructural en sus vidas. Y a quienes vemos en sus pequeños rituales de supervivencia y comunión.

El filme es producto de una necesidad de expresión de las luchas populares –en el estado embrionario en que se encontraban en ese momento– en un país cuyas alternativas políticas de cambio se vieron una y otra vez neutralizadas por las clases tradicionales en el poder, depositarias a su vez de unos intereses ideológicos y económicos. 

Chircales fue realizada en 16 mm. y circuló ampliamente en un circuito alternativo de exhibición compuesto por universidades, sindicatos y organizaciones barriales. Por fuera del país fue inmediatamente celebrada como un ícono de las posibilidades del cine comprometido. Y aún hoy lo sigue siendo. 

Ver el programa completo: