Tres películas obtuvieron menciones especiales del jurado: el documental Mercado de futuros, de la española Mercedes Álvarez, quien ya había ganado el premio principal en el BAFICI 2005 con El cielo gira; la guatemalteca Marimbas del infierno, de Julio Hernández Cordón, y la brasilera Os monstros, de Guto Parente, Luiz Pretti, Pedro Diogenes y Ricardo Pretti.
Por las lecciones que se desprenden de sus condiciones de producción, llama la atención el caso de Marimbas del infierno, una película que se rodó con un presupuesto de 20 mil dólares en un país sin industria cinematográfica y tomando partido por unos personajes al borde con los que conforma un entrañable retrato de las utopías imposibles. El filme de Hernández Cordón sigue la trayectoria de un músico de marimba extorsionado por una banda (alguna variante de las célebres mara, que se ocupan de distintos tráficos ilegales en el país) y que en su búsqueda de trabajo y oportunidades termina encontrándose con un músico cristiano ex integrante de una banda de tendencias diabólicas. La música que pretenden hacer es una mezcla de metal con un instrumento tradicional como la marimba, pero la fusión no se logra concretar en un proyecto posible.
Marimbas del infierno, del guatemalteco Julio Hernández Cordón. |
Es imposible no ver detrás de la búsqueda de ese grupo de excéntricos rockeros, las condiciones de producción artística en nuestros países, azarosas y precarias. Pero Hernández Cordón, apegado a las posibilidades de un cine que es consciente de su falta de recursos materiales, logra con este filme un triunfo de la inteligencia y la solidaridad (en el foro que siguió a la proyección, contó cómo distintos artistas plásticos y amigos colaboran en la realización de sus proyectos).
El BAFICI mismo es un festival donde el cine pequeño, hecho en todo tipo de fronteras, tiene un espacio inimaginablemente acogedor. Aunque muchos de los filmes exhibidos puedan ser acusados de manierismo o de apelar precisamente a las fórmulas festivaleras, siempre hay gemas que renuevan la fe en el cine como testigo de nuestro tiempo. La simetría de este festival con la producción independiente en Argentina, se hizo bastante clara en un foro donde 11 directores de ese país contaron la experiencia de realizar su primera película. Coincidieron en afirmar la existencia de espacios de producción ganados a puro pulso, de espaldas al mercado más estandarizado y homogeneizador, aprovechando lo bueno de los apoyos públicos pero sin caer en la trampa de su institucionalización. Una lección de coherencia, una experiencia que se repite en cualquier lugar del mundo donde otras fuerzas están reiventando el cine.
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