La siguiente fue la reflexión enviada por Pantalla Colombia, boletín de Proimágenes en Movimiento, el pasado viernes 31 de diciembre. Me permito republicarla porque brinda más elementos para el debate sobre el aquí y ahora del cine colombiano:
TIEMPO DE BALANCES: Una reflexión sobre el punto en que nos encontramos
A la hora de hacer balances vienen a la mente satisfacciones, estadísticas, frustraciones, logros o fallas. Tan variados referentes no pueden menos que generar confluencias de opinión o divergencia, más en el qué hacer cinematográfico en donde la misma película le resulta fascinante a uno e insoportable a otro espectador sentados en sillas contiguas.
De manera que el balance más razonable sobre lo que ha pasado con el cine colombiano este año y sobre la incidencia del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico -FDC- allí, pueden hacerlo ustedes: cineastas, técnicos, expertos, realizadores, productores, críticos y público.
Balance no sólo de cifras, de rentabilidad o de taquillas, algo por supuesto indispensable, sino valorativo también de crecimientos profesionales, de proyectos creativos y anhelos personales logrados, de formación para el trabajo cinematográfico o de la “rentabilidad social” generada por cada película colombiana.
Ojalá no fragmentado sino capaz de ver cuánto se ha logrado en el propósito común recogido en políticas concertadas, en la Ley de Cine o en las decisiones adoptadas respecto del FDC, hacia el logro de un desarrollo armónico de la cinematografía nacional, entendiendo que ésta es un complejo tejido de componentes sociales, creativos, económicos, industriales y esencialmente culturales, lo que implica la paradoja de intentar “diseñar un milagro”.
Que haya una película colombiana para disfrute del público es importante. Que este año se estrenaran 10 largometrajes en salas, más 2 que venían del pasado año es significativo; pero lo es más que entre el año 2004 y este que termina existan 68 largometrajes colombianos exhibidos en el territorio nacional y en el mundo.
La gran mayoría de esas películas, llenas de esfuerzo personal y económico de sus realizadores y productores, contó con el sistema tributario de incentivo a la inversión privada y con estímulos del FDC (algo más de 37.360 millones de pesos del 2004 al 2010; más de 8.497 millones este año, cifra superior a todos los anteriores basada consistentemente en el hecho de que la taquilla superó los 34.5 millones de espectadores), en un modelo de promociones a la cadena de creación, producción, distribución, exhibición, comunicación pública, participación internacional en eventos cinematográficos y acceso del público (consumo), en diversidad de géneros y formatos.
Aunque el año termina con El paseo, una película de records, es innegable que éste no fue un período de éxitos taquilleros para el cine colombiano, como lo fue antes con números a los que nos acostumbramos. Caben muchas explicaciones y diagnósticos, incluso la circunstancia de que se estrenaron 19 películas en 3D, una novedad que acaparó los intereses del público en un 35.6% del total de espectadores a las salas; 6 de esas películas se situaron en el top 10 de películas taquilleras, al paso que la película extranjera independiente de mayor acceso (Océanos) llegó apenas a 127 mil espectadores.
De 228 salas que contribuyeron al FDC en 2004 se pasó a 593, de las cuales cerca de 200 son digitales, lo que impone retos tecnológicos para nuevos proyectos.
Más allá del frenesí de la taquilla, ocho de las películas colombianas exhibidas este año fueron coproducciones con otros países y 7 contrataron con agentes de ventas internacionales. Ese interés ha quebrado el tabú de que hacer trabajos cinematográficos en o con Colombia es riesgoso; los seguros nacionales e internacionales están a disposición y se trabaja ya en modelos que refuercen incentivos para filmar aquí.
En foros internacionales se considera al cine colombiano, premiado como nunca antes en festivales y eventos, un ejemplo de creación de una industria no tradicional. Políticas nacionales de fomento a sectores estratégicos, como el documento CONPES 3659 de 2010 sobre industrias culturales, también analizan su comprobado desarrollo.
Para el 2011 el Consejo Nacional de las Artes y la Cultura en Cinematografía -CNACC- aprobó algo más de 18 mil millones de pesos como presupuesto del FDC, tres veces más que cuando nació en 2004. Una alianza con Colfuturo otorgará becas hasta del 95% para áreas sensibles del cine en la convocatoria que abre esa entidad en enero próximo.
El destino de esos recursos en un contexto de políticas, diagnósticos y rediseños lo decide el CNACC, órgano deliberante en el que cada uno de ustedes, personas del cine, tiene representantes a través de quienes exigir, cuestionar y, ante todo, construir.
Feliz año nuevo.
CONSEJO EDITORIAL PANTALLA COLOMBIA
1 comentario:
Es curioso: parece que los análisis fragmentados son legítimos si se habla bien del proceso del cine colombiano. Si se hacen críticas entonces se invita a mirarlo todo globalmente. Pero pasa que si nos tapamos la cabeza, inevitablemente nos descubrimos los pies. Bienvenidos entonces los análisis fragmentados; para análisis totalizantes carecemos de información, sobre todo porque hay cosas -pongo por ejemplo el caso de la Comisión Fílmica- que se han socializado muy parcialmente.
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