El lunes pasado se lanzó oficialmente en Bogotá la edición 51 del Festival Internacional de Cine de Cartagena-FICCI, que irá entre el 24 de febrero y el 3 de marzo. Muchas cosas merecen destacarse de lo que se anunció en este lanzamiento, pero todas ellas se resumen en la sensación inequívoca de que Cartagena puede ir en camino de posicionarse como un festival importante en la región, y como cita imprescindible del cine iberoamericano, al nivel de Guadalajara, por poner un ejemplo. Tiene como aval una larga historia -aunque llena de altibajos-, y el hecho de desarrollarse en una ciudad insuperablemente bella que atrae como un imán. Pero eso nunca fue suficiente para garantizarle al festival un carácter propio y una respetabilidad en el cada vez más exigente circuito de festivales.
El evento del lunes fue también la oportunidad para la "presentación en sociedad" de la nueva directora del evento: Mónika Wagenberg, una colombiana bastante fogueada en los escenarios de la gestión audiovisual y los festivales de cine, y que enhorabuena llega al evento. No temo ser frívolo al decir que esa "repatriación" es lo mejor que le pudo haber pasado al Festival de Cartagena. En Colombia, los eventos culturales tienen un grave problema que quizá corresponda a un rasgo de la idiosincracia nacional: dependen demasiado de ciertas figuras rectoras que personalizan los eventos. Ocurrió durante largo tiempo con el Iberoamericano de Teatro y Fanny Mikey, con los festivales de opera y Gloria Zea, y en el campo audiovisual puede estar ocurriendo en los casos del Festival de Cali y Luis Ospina, y el de Santa Fe de Antioquia y Víctor Gaviria. El mismo Festival de Cartagena vivió a expensas de Víctor Nieto y su familia durante más de cuatro décadas.
Es claro que ese modelo resulta bastante provinciano aunque no es ni mucho menos exclusivamente nuestro (para poner dos ejemplos está el Festival de Tribeca en torno a Robert de Niro o antes de él Sundance con el infaltable auspicio de Robert Redford). Pero más temprano que tarde los eventos deben encontrar ciertas formas institucionales que los protejan en el tiempo y, sin desconocer la importancia del norte y liderazgo que puede darle una persona, consolidar equipos fuertes que conciban la importancia del esfuerzo colectivo.
Escuchar a Wagenberg el lunes pasado fue un verdadero placer por la manera como resaltó algo que se cae de su peso pero que no está de más repetir: que el centro de los festivales son las películas y en ellas se debe concentrar el esfuerzo mayor. Todo lo demás es accesorio. La nueva directora hizo una sucinta presentación de la selección oficial, las muestras y los distintos apartados del festival. En la selección oficial, centrada como es tradición, en la producción iberoamericana, hay un cambio significativo: las películas incluidas coinciden en ser entre la primera y la tercera película de un director. Es un camino intermedio entre ser un festival de óperas primas en la competencia oficial (como es el caso de Bogotá) y reconocer con este gesto la importancia del cine joven y la manera como directores de reciente apararición están poniendo patas arriba la estética y la industria del cine.
Tres películas colombianas están en la Competencia Oficial: Todos tus muertos, de Carlos Moreno, que se está presentando en Sundance en este momento; Karen llora en un bus, de Gabriel Rojas Vera, seleccionada en el Forum de la próxima Berlinale, y Los colores de la montaña, de Carlos César Arbeláez, ganadora del premio Kutxa-Nuevos Directores en San Sebastián 2010 y que será además la encargada de abrir el certamen. Otros ocho largometrajes colombianos entre ficción y documental estarán en la sección paralela Colombia al 100%. Entre ellos llaman mucho la atención Pequeñas Voces, la animación dirigida por Jairo Carrillo y Oscar Andrade que estuvo en Venecia 2010; Pablo's Hippos, el documental dirigido por Antonio Von Hildebrand con la participación de Antonio Caballero y en torno a la figura de Pablo Escobar; Apaporis, en busca del río, de Antonio Dorado, y En coma, de Juan David Restrepo y Henry Rivero.
La participación de México como invitado de honor (con una abundante participación de películas de ese país en las distintas secciones) reconoce la vitalidad y ascendencia del cine mexicano, que en palabras del simpático embajador "pasó de las fichas, las cantineras y los albures que se repetían en el cine posterior a la época de oro, a un cine moderno y tan complejo como la sociedad mexicana actual".
Habrá dos retrospectivas dedicadas respectivamente al mexicano Nicolás Pereda y el francés Olivier Assayas. El primero es un jovencísimo director que ha trabajado entre México y Canadá y que con menos de treinta años tiene ya cuatro largometrajes, de un lenguaje muy personal aunque conectado a las corrientes más renovadoras del cine internacional. Tres de ellos se habían exhibido en 2010 en el Festival de Cine Sinfronteras del Valle de Aburrá. Assayas resulta mucho más conocido, gracias a otros festivales del país y a que dos de sus películas (Los destinos sentimentales y Las horas del verano), tuvieron distribución comercial. Quedamos pendientes de que se confirme la exhibición de la monumental última obra del director francés: Carlos, inspirada en la vida del terrorista Ilich Ramírez Sánchez (El Chacal) y reconocida como uno de los mejores títulos del cine mundial en 2010.
Por último, en la sección Gemas dedicada a los grandes estrenos internacionales con énfasis en las ganadoras de los festivales de 2010, tendremos oportunidad de ver títulos como Poetry del coreano Lee Chang-dong, Bal de Semih Kaplanolu (Turquía) y De dioses y hombres, la extraordinaria película del francés Xavier Beauvois sobre un grupo de monjes en medio del fuego cruzado de los fundamentalismos políticos, y que está a punto de arrasar en los premios César del cine galo.
Ojalá todo este esfuerzo curatorial (que había empezado en años anteriores en cabeza del crítico antioqueño Orlando Mora) se vea compensado con una organización que le haga justicia. De ser así, Cartagena terminará siendo un programa irresistible para cinéfilos colombianos y de otros lugares del mundo. El componente industrial del Festival ya ha venido en alza en los últimos años y se reafirma en 2011 con la VI versión del Encuentro Internacional de Productores y el II Taller de Pitch Documental. Si Cartagena se posiciona como un evento a la vez de la cinefilia y de la industria, Cali mantiene su vocación de ser un lugar de culto a un cine sin concesiones y Santa Fe de Antioquia permanece en su vocación académica, a los otros festivales "mayores" de cine en el país les corresponde encontrar su identidad o naufragar en la rutina y en las convenciones.
Ver página oficial del festival:
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