lunes, 9 de julio de 2018

MANIFIESTO por un (nuevo) cine CUIR en Colombia.


Este fin de semana, algunos de las cineastas firmantes leyeron en la Cinemateca Distrital de Bogotá, el Centro Colombo Americano de Medellín y la Cinemateca La Tertulia de Cali, un manifiesto por un (nuevo) cine Cuir en Colombia. La lectura tuvo lugar en funciones del Ciclo Rosa, el evento de cine lgbtiq+ más importante del país y donde ha quedado claro, una y otra vez, lo escasa e insatisfactoria que es en Colombia la representación de las sexualidades queer. Hoy, el día que comienza el Bogota Audiovisual Market (BAM) y a unas pocos semanas de la entronización de Iván Duque y su sonsonete de las economías naranja, este grito en contra del contenido y el formato homogeneizado, se reviste de todo su sentido liberador.

El susurro del jaguar, de Simon (è) J. Paetau y Thais Guisasola, una de las películas de referencia para las nuevos cineastas cuir de Colombia.

Nosotras, cineastas raros, mariconas, desviadas, voltiados, degenerados, confundidas, invertidos, areperas, cacorros, marimachas, floripondios, cacalanas, degeneradas, maniquebrados, perezosas, mariposas, constatamos:

Históricamente, en las películas colombianas (incluso en las que apreciamos) nuestro deseo ha sido representado desde unos pocos y asfixiantes modelos:

-Personajes de opereta, cómicos, ridiculizados, desexualizados, como el director de arte de la agencia de publicidad en Pasado el meridiano.

-Personajes que reptan en los márgenes, confinados a oficios del submundo del crimen: “No sé qué gusto le sacan a eso”, le dice Florencia a Ever y Perfecto, después de que violan a los niños -dormidos o muertos- en Pura sangre.

-Personajes hipersexualizados que arrastran un deseo mendicante: “Quítate la ropa muchacho”, le dice Fernando a uno de sus amantes en La virgen de los sicarios.

-Artistas homosexuales que subliman su deseo para que deje de ser un peligro social, como en Nuestra película, La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo y Antonio María Valencia, música en cámara.

Nuestro cine  ha sido mojigato, puritano y remilgado. Cámara de resonancia del recelo, la burla, la desconfianza y el odio. En estas películas -las películas de la vergüenza-  las ausencias hablan. El silencio sobre el deseo lésbico, bisexual, trans e intersexual, muestra un cine prisionero del prejuicio y la comodidad.

En una sociedad que padece una violencia estructural, el cuerpo martirizado, silenciado, excluido, desechable, parece ser el único cuerpo posible. Nuestros cuerpos no están hechos solo para el sufrimiento. Somos cuerpos para la fantasía, el placer, los sueños y la imaginación.

Aunque tenemos herramientas jurídicas y culturales para hacernos visibles, el cine en Colombia se mantiene rezagado, jugando al escondite, el secretico y la victimización. ¿En serio es todavía una revelación que nuestro deseo existe?

¿Qué dice del deseo juvenil y de la angustia del clóset una parodia como Mariposas verdes? ¿Acaso no es solo una fantasía etnográfica una película como  Contracorriente? ¿Nos representan las actrices que juegan a ser trans en La estrategia del caracol o Buscando a Miguel? ¿Por qué son falsas las emociones y no el artificio en melodramas como La luciérnaga?

Este cine, dominado por el autoengaño y la insinceridad, nos exige tomar por asalto los medios y modos  de representación.

Somos más que un tema, una cuota o una descripción. Somos una forma de mirar: oblicua, inestable e invertida ¡Somos Cuir! No queremos ser normalizados, pasando del frío clóset al banal decorado. Abominamos el nuevo costumbrismo: nuestro deseo nos atraviesa pero no nos agota.

"Somos más que un tema, una cuota, una descripción", dicen los nuevas cineastas Cuir. En la imagen, otro referente: Soy tan feliz, de Vladimir Durán.

Lo Cuir es mestizo, impuro, fluido. Es disruptor. Películas como Soy tan feliz, Mila Caos, Cilaos, El susurro del jaguar y Adiós entusiasmo abren un camino. Han roto el tejido de supuestos, comodidades y fronteras que nos aprisionan.

Hemos de transgredir formas y cruzar límites. Los límites autoimpuestos.

Cuir no es patrimonio de un país o de una lengua, olvidemos las fronteras, los mapas, los géneros asignados.

Traicionemos nuestra herencia y los lugares que ordena la tradición.

Recuperemos a nuestros ancestros, hagamos de la Historia una mariconería. Integrémonos a los ritos y mitos de los que hemos sido desterrados.

El cine Cuir es territorio, es pueblo, es cuerpo.

Acabemos con la estructura de los hombres hombres, de los machos machos con la que se hace nuestro cine. Que a ningún director de fotografía se le llame señor, pues un técnico no es lacayo. Que la realización se convierta en un acto de contagio y comunión. Que los cuerpos técnicos se contaminen de otros cuerpos: mujeres, transexuales, bisexuales y todas las sexualidades que son una pregunta o un tránsito. Que nuestras películas sean fruto de manos, sudor y corazón Cuir.

Seamos un cine radical. Un grito. Una maquina de fragilidad, feminidad, sensibilidad, ternura, afecto.

No nos interesa explicarte nuestra diferencia. Nuestra existencia híbrida, sincrética, exuberante, habla por nosotros.

Desconfiemos de lo perfecto y lo genérico, del formato y el contenido. Abracemos todas nuestras posibilidades, errores, aberraciones.

Los espacios públicos nos esperan. Iluminemos la oscuridad de la catacumba, la taberna, el sauna y los apartamentos. Dejemos la seguridad de los fondos de financiación, los festivales y los multiplexes. No nos escondamos, abramos nuestro camino con el cine. Vamos al encuentro de otros que, como nosotras, han sido segregados.

Que la cámara no se quede en el hombro, que vaya a la cicatriz, la arruga, el pliegue, el coño.

Busquemos la memoria de aquellas que, como miles de nosotros, han sido perseguidas y aniquilados. Saquemos a flote lo sumergido y provoquemos con ello una inundación. No hay excusa para prolongar esta dependencia, el cine Cuir tiene que nacer primero libre.


Andrés Felipe Ardila Ardila
Andrés Isaza
Andrés Suárez
Angélica Hoyos
Alirio Cruz Cabrera
Camilo Villamizar Plazas
Daniel Mateo Vallejo Gutiérrez
Henry Melo
Javier Segovia
Jesús Gómez Giovanetti
Jonas Radžiūnas
Laura Huertas Millán
Luis Esguerra
Manuel Villa
María Paula Jiménez
Natalia Imery
Pablo Roldán
Santiago  Henao Vélez
Sara Fernández

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Valioso. Deberían leerle este manifiesto a Claudia Triana y al CNAAC exigiéndoles una cuota cuir como categoría de estímulos del FDC y también exigirles cuota de pantalla a los exhibidores y las salas del país.

Pedro Adrián Zuluaga dijo...

Pues podría ser que sí o podría ser una contradicción para un manifiesto que reza: "Somos más que un tema, una cuota o una descripción" y que reclama un cine por fuera de la ansiedad competitiva de los fondos, los festivales y los multiplexes.

Anónimo dijo...

Esa parte es interesante. Yo entendí ese: "Dejemos la seguridad de los fondos de financiación, los festivales y los multiplexes. No nos escondamos, abramos nuestro camino con el cine", como si aquellos fueran lugares en donde pudieran estar a salvo produciendo y promoviendo obras en las que la comunidad LGBTIQ se autocensura o autoinvisibiliza. Lo entendí como un llamado de atención a sus propios miembros para que despierten del sueño de la asimilación.

Y a pesar de que el texto deja claro explícitamente el llamado a hacer "cine radical [...] una forma de mirar, oblicua, inestable e invertida", también deja en el aire la pregunta por el acceso a los medios de producción, distribución y exhibición. La invitación a hacer cine cuir con todos los planteamientos radicales que de ahí se deriven, inevitablemente lleva a repensar también sus formas de financiar, narrar, circular, comerciar y proyectar.

Si los firmantes llegan a respaldar el manifiesto con películas propias que en un futuro realmente se alejen de los fondos de financiación, los festivales y los multiplexes, seguramente podrán gozar de la independencia temática y formal que proclaman. Ojalá lo logren y que venga una gran cosecha de películas cuir.

Anónimo dijo...

estoy en desacuerdo pues los festivales, fondos, multiplexes, instituciones culturales, etc YA SON CONTROLADOS POR PERSONAS CUIR y LGBTI con poder que no tienen ningun interes por salir del closet.. lo que el manifiesto refiere es una rivalidad de personas cuir vs personas cuir para poner su sexualidad y deseos en pantalla y nomas. solamente deseo? el cine y la television colombiana ya son asi cuir y siempre lo han sido pero si lo dicen a los cuatro vientos pues pierden el negocio de miles de millones el manifiesto arranca desdeun principio con hipocrecia