http://www.enrodaje.net/, Julio Luzardo hace un juicioso análisis de varios factores que, sumados, deberían propiciar un debate a fondo sobre prioridades y decisiones en la orientación de la política cinematográfica colombiana, y también sobre prioridades y decisiones de otros estamentos del cine nacional.
Luzardo desglosa especialmente la taquilla de las diez películas nacionales estrenadas este año, y aporta una estadística valiosa a la hora de medir su comportamiento: el número de copias de lanzamiento de cada película y el promedio de espectadores por copia. No se conocen aún los datos finales sobre la taquilla de El paseo, todavía en cartelera, aunque hay claros indicios de que será la película de mayor número de espectadores del año. Sin embargo, es un hecho que en 2010 se consolida el bajón del cine colombiano, en un claro contraste con el aumento global de la taquilla, que logra su mejor estadística de los últimos 20 años. También quedan en evidencia los crasos errores de cálculo de muchos productores y distribuidores a la hora de medir la dimensión de los estrenos, en cuanto al número de copias suficientes para un mercado domestico en contracción -para el caso del cine colombiano- y que requiere reinventarse para volver a enganchar al público, que ha dejado de identificarse con las películas hechas en el país.
Cruzar número de espectadores con número de copias permite relativizar el éxito o fracaso de algunos títulos. Dago García, rey indiscutido de la taquilla, es quien mejor librado sale en este ejercicio. Su película In fraganti (estrenada en 2009), hizo 9.946 espectadores por copia, muy lejos de la segunda mejor librada, Del amor y otros demonios, que contabilizó un promedio de 5.101. Esta última producción, que a todas luces parecía un fracaso, si se tienen en cuenta sus apenas 76.521 espectadores, resultó beneficiada de un estreno modesto y bien calculado (sólo 15 copias), de acuerdo con sus posibilidades comerciales.En este punto, los fracasos más estruendosos corresponden a dos películas de Dynamo, ambas coproducciones: Contracorriente, estrenada con 40 copias, para un promedio ínfimo de 949 espectadores por copia, y Rabia, con 21 copias para un promedio de 841 espectadores.
Lo anterior le sirve a Luzardo para cuestionar el modelo de las coproducciones, con argumentos aparentemente irrebatibles y comprobables en muchos casos, y que además ganan peso al ver la taquilla de algunas coproducciones en los países socios. Es una lástima que no se pueda disponer de datos confiables sobre el costo total de las películas. Si se tuviese esa información (indispensable en una industria que aspire a la transparencia y a la definitiva profesionalización), se podría cruzar número de espectadores, número de copias y costo total, llegando a establecer de manera mucho más clara la realidad financiera de cada película. Así se relativizarían aún más las opiniones que juzgan con el sólo indicador de la taquilla.
Una película como El vuelco del cangrejo, frente a la que Luzardo manifiesta toda su animadversión, podría haber logrado un equilibrio económico, como en su momento lo hizo La sombra del caminante, a pesar de la escasa atención que tuvo por parte del público colombiano. (Si se mira 2009, una película de bajo presupuesto como Riverside, que se estrenó con 10 copias, logró 44.382 espectadores y puede resultar también un buen modelo de cine barato, estrenado con prudencia y económicamente viable). Cada película es un caso aparte, y el peso que en cada producción tienen los apoyos públicos, privados o de fondos internacionales merecen considerarse individualmente. En ese sentido sacar conclusiones absolutas con la supuesta objetividad de las cifras es resbalar en un terreno pantanoso. Y Luzardo resbala.
Lo anterior le sirve a Luzardo para cuestionar el modelo de las coproducciones, con argumentos aparentemente irrebatibles y comprobables en muchos casos, y que además ganan peso al ver la taquilla de algunas coproducciones en los países socios. Es una lástima que no se pueda disponer de datos confiables sobre el costo total de las películas. Si se tuviese esa información (indispensable en una industria que aspire a la transparencia y a la definitiva profesionalización), se podría cruzar número de espectadores, número de copias y costo total, llegando a establecer de manera mucho más clara la realidad financiera de cada película. Así se relativizarían aún más las opiniones que juzgan con el sólo indicador de la taquilla.
Una película como El vuelco del cangrejo, frente a la que Luzardo manifiesta toda su animadversión, podría haber logrado un equilibrio económico, como en su momento lo hizo La sombra del caminante, a pesar de la escasa atención que tuvo por parte del público colombiano. (Si se mira 2009, una película de bajo presupuesto como Riverside, que se estrenó con 10 copias, logró 44.382 espectadores y puede resultar también un buen modelo de cine barato, estrenado con prudencia y económicamente viable). Cada película es un caso aparte, y el peso que en cada producción tienen los apoyos públicos, privados o de fondos internacionales merecen considerarse individualmente. En ese sentido sacar conclusiones absolutas con la supuesta objetividad de las cifras es resbalar en un terreno pantanoso. Y Luzardo resbala.
Después de un emprender un análisis tan cuidadoso, las conclusiones de Luzardo resultan decepcionantes. Sugiere increíblemente que el cine colombiano debe ser 100% subvencionado por el Estado, una propuesta en cuya ingenuidad encuentro ecos de aquella que en años anteriores hiciera Andrés Hoyos, director de la revista Elmalpensante, en relación con el Festival Iberoamericano de Teatro. Y soprende que la propuesta venga de un director que conoció bien el frustrado modelo de Focine, que llegó a producir películas nacionales íntregramente con ruinosos resultados en su distribución y sospechas de malos manejos financieros no sólo de funcionarios públicos sino especialmente del personal técnico, administrativo y artístico de las películas.
Volver a ese modelo -en el caso de que fuera lejanamente posible- sería demostrar una flagrante incapacidad para aprender de los errores del pasado ("no repetimos porque olvidamos, como decía Freud. Olvidamos porque repetimos", dice el escritor Rodrigo Pérez).
Pero lo más insólito de la propuesta de Luzardo es ver cómo en su misma página En rodaje, sugiere que es El paseo el tipo de película que se debe hacer en Colombia, y por consiguiente, de acuerdo con su argumentación, el tipo de película que el Estado debería apoyar en un 100%.
Creo que hasta el propio Dago García se sorprendería de una iniciativa de este talante, él, que nunca le ha pedido mayor cosa al Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, y que ha logrado consolidar un modo de producción "independiente y de autor" (ver al respecto el post del 27 de diciembre), eficiente en términos económicos, pero que en términos estéticos va año tras año en retroceso, y que por lo mismo no crea industria, como sugeriría Luzardo.
Una industria debe pensar en cualificar a su personal para lograr cada vez mejores productos; pero me temo que en las películas de Dago García, como en la mala televisión colombiana, hay un personal técnico y artístico infravalorado y rebajado a lo mínimo en sus exigencias, con el triste resultado de que ese modo de trabajo se vuelve un hábito del que después es muy difícil sacudirse.
Una industria debe pensar en cualificar a su personal para lograr cada vez mejores productos; pero me temo que en las películas de Dago García, como en la mala televisión colombiana, hay un personal técnico y artístico infravalorado y rebajado a lo mínimo en sus exigencias, con el triste resultado de que ese modo de trabajo se vuelve un hábito del que después es muy difícil sacudirse.
No creo que yo sea el único ciudadano que se sentiría estafado de que dineros públicos fueran a parar a algo culturalmente tan mediocre como las películas de Dago García. ¿Hemos llegado los colombianos a un promedio tan bajo de autoestima, al punto de llegar a creer que el cine comercial que nos merecemos es el de Dago García? Claro que el cine comercial merece estímulos y apoyo estatal, pero pongámonos de acuerdo en que entedemos por cine comercial.
Convertir El paseo en el estándar deseable del cine colombiano y seguir a pie juntillas el razonamiento de Luzardo, equivaldría a aceptar que el Estado financie las telenovelas y los realities con el argumento de que le gustan a la mayoría de los colombianos.Sin duda esa es la ley del más fuerte que funciona en la práxis política. Las películas de Dago García han demostrado que se defienden solitas. Pero si no es posible soñar con que el Estado ofrezca garantías a todos pero proteja especialmente al más debil, bienvenida entonces la ley de la selva.
Convertir El paseo en el estándar deseable del cine colombiano y seguir a pie juntillas el razonamiento de Luzardo, equivaldría a aceptar que el Estado financie las telenovelas y los realities con el argumento de que le gustan a la mayoría de los colombianos.Sin duda esa es la ley del más fuerte que funciona en la práxis política. Las películas de Dago García han demostrado que se defienden solitas. Pero si no es posible soñar con que el Estado ofrezca garantías a todos pero proteja especialmente al más debil, bienvenida entonces la ley de la selva.
14 comentarios:
No sé si yo lo escribí mal o si me entendiste mal, pero lo que quise decir sobre la subvención gubernamental debería tener un sentido irónico. O por lo menos, así lo entendí yo al escribirlo. Obviamente, por si las moscas, ya cambié gran parte del resumen del artículo y ya lo publiqué de nuevo para que nadie más se equivoque. Para los que no me conocen, yo siempre he sido un enemigo aserrimo de cualquier intervención estatal ya que estar en manos de burócratas deja resultados como los que estamos viendo ahora en el manejo del FDC por parte del Consejo, Proimágenes y la Dirección de Cine. De hecho, casi todo lo que escribo es criticando esa actitud cerrada y excluyente de estos tres entes. Jamás participé en la vara de premios de Focine, nunca he recibido ni un centavo del FDC y lo poco que he hecho en cine lo hice con capital propio o de familia, sin ningún apoyo externo y mucho menos del gobierno. En cuanto a lo dicho sobre las películas de Dago García, que está igual o más desfazado a lo que se presumió que era mi propuesta de que el gobierno subvencionara el cine , lo estoy contestando en un artículo personal que tiene por título "El estigma de hacer cine 'comercial' en Colombia", que lo he querido escribir desde hace mucho rato y creo que este es un momento muy apropiado para hacerlo ya que veo que es un tema "candente" y de actualidad.
La ignorancia de Luzardo en este tema es inconmesurable. La taquilla en Colombia solamente representa el 20 o 30% de lo que una película puede recoger económicamente si explota todo su potencial. La mayor ventana a largo plazo es la venta a televisión, que en el caso de una sola TV Europea, puede superar los 200.000 dólares si la película ha tenido un buen recorrido por esos festivales que Luzardo desprecia tanto. También están las ventas internacionales no sólo a cines, sino a DVD, los fees de los festivales (que pueden ser muy jugosos) y muchas otras formas de explotación que no se usaban en la época de "tres cuentos colombianos". La asistencia a cines en general lleva decreciendo en todo el mundo por lo menos 40 años, y hacer estadísticas y análisis financieros con base únicamente en la taquilla colombiana es una soberana ESTUPIDEZ. El cine se rentabiliza de muchas otras maneras.
Para el otro anónimo que ampulosamente le responde a Julio Luzardo ,y que escribe de las diferentes ventanas comerciales en las cuales el cine tiene explotación que se deje de malparideses de nobel aprendiz comercial del aveces engreído seudoconocimiento comercial de películas esa es una profesión (coemrcializar películas) de especialistas así es que permanezca en su roll porque dudo muchísimo que usted sea un especialisat en esto, y con respecto a Julio Luzardo, creo que a este cineasta le tumbaron el premio nacional de cine 2010, y espero que en este año del 2011 no lo vuelvan a tumbar su "Rio de las Tumbas" es una pelicula inconmesurable que gran parta de la bastarda seudocritica colombiana la niega porque no necesariamente el cineasta debe ser miembro de una mafia, logia, o roscodromo.Otra obra que siempre llevo presente de Julio Luzardo es su version televisiva del Gallo Oro espero algun dia que se me exploten estos recuerdos como hongos hongos alucinogenos para volver a realizar iamgenes que valgan la pena, porque el presente si que es esteril:"se hacen imagenes pero no s hacen visiones"
fe de erratas: Julio Luzardo no dirigio el gallo de oro fue Felipe Gonzalez.
Interesante análisis para ver la parte "negocio" de hacer una película, aunque falten los costos de produción.
PS: nada que ver, pero dale una mirada a "Canino" (Kynodontas), una peícula griega bien interesante.
Qué maravilla, un burro hablando de orejas! Muy interesante ver cómo todos los que escriben estupideces en los foros de internet se esconden detrás del anonimato para cubrir su total ignorancia de cualquier tema y aprovechan para atacar a otros como si fueran dueños de algún tipo de verdad. En nuestro caso, refiriéndome al gran descubrimiento del tal "anónimo" de turno, de mercados alternos que supuestamente no existían cuando hice mis primeras películas... hmmm, muy interesante, miremos a ver: primero que todo, quiero que me muestren la película latinoamericana (ni siquiera colombiana) que se haya vendido a una TV Europea por $200.000 dólares. Lo que sí me consta de verdad son varios casos de ventas a nivel latinoamericano de escasamente $15.000 dólares máximo, pero seguramente nuestro anónimo debe tener mejores cifras y contactos envidiables para comprobar mi error. A su vez las transmisiones en Colombia generalmente son canjeadas por pauta publicitaria y no representan casi nada. En cuanto al DVD, por si acaso no se ha enterado, es un negocio que ya está marcando calavera desde hace años (Blockbuster ya perdió más de un billón de dólares desde el 2008 y su quiebra final pude ser el día menos pensado) , donde las ventas son insignificantes, y donde las películas piratas de $1.000 y $2.000 pesos son las más rentables, si a esas cifras se les puede llamar "rentables". Para ventas internacionales, sólo se necesita ver los datos que recopilé de los últimos años en Boxoffice Mojo (que se alimenta de las estadística de los Majors de Hollywood suministrados por la MPAA, Motion Picture Association of America), y vemos cifras de taquilla bruta tan pobres como los $7.290 dólares de Satanás en Perú, los $6.650 dólares de Soñar No Cuesta Nada en Argentina y $24.364 en España, los $60.046 dólares de Paraíso Travel en México, ad infinitum...
Y ni hablar de los jugosos "fees" de los festivales... ¿Cuáles festivales? ¿Los de Marte o los de Venus? Porque aquí en la humilde Tierra generalmente los festivales cobran un fee (así sea pequeño) por participar, todos los costos de transporte, seguros y extras corren a costillas del productor y, en contraprestación por enviar la película y el gran "honor" que eso representa, el festival recoge la taquilla de las funciones y se las embolsilla totalmente para cubrir los gastos del festival, las comidas, el trago y las consabidas pachangas. Si el productor o director está de buenas, el festival le consigue canjes con las aerolíneas y algún hotel del sitio, para que la pase como un rey durante el evento. Y si, además, es uno de los niños mimados de Proimágenes, puede conseguir un auxilio de 5 a 10 millones de pesos del FDC para que la pase aún más bien de lo esperado y se pueda comprar un nuevo vestido y zapatos para la ceremonia de clausura, donde seguramente su película va a recibir alguno de los premios más apetecidos o algún certificado de asistencia para que no tenga que volver a casa con las manos vacías. ¿Pero jugosos "fees"...?
Mi anónimo e invisible detractor me recuerda perfectamente todos esos ingenuos cineastas recién salidos de universidad, de alguna escuelita de garaje o genios empíricos que le dieron una Handycam en lugar de un tetero a temprana edad y no saben dónde están parados. Cuando mandan un proyecto a cualquiera de las convocatorias del FDC, del FGAA, de Ibermedia o a lo que sea, en lugar de colocar cifras de verdad, llenan los requisitos de Financiación con la imposible y absurda presunción de ganarse TODAS las convocatorias que hay sobre el planeta y la parte fundamental de la Recuperación de la Inversión, viene acompañada de babosadas muy parecidas a las descritas por Don Anónimo en su comentario. ¿Habrá alguna coincidencia o es simplemente accidental?
Lo que es un hecho, así le duela, le pique y le rasque a muchos, es que el mercado colombiano es el MAS IMPORTANTE para una película hecha en Colombia. O el mercado Argentino para los Argentinos, o el Chileno para los Chilenos, o el Peruano para los Peruanos, y así hasta la saciedad... De eso me doy cuenta más y más con cada día que pasa y al estudiar cada estadística que llega a mis manos. El resto no son ni siquiera sueños inalcanzables o ilusiones estúpidas... son pura PAJA!
Estoy de acuerdo con Luzardo, todas las supuestas otras ventanas de recuperación financiera para las películas colombianas, son hasta ahora una quimera. Es probable que algún día puedan explotarse convenientemente, pero tendríamos que dejar de hacer un cine tan doméstico como la mayor parte de lo que se hace en Colombia (por ejemplo El paseo, una película ininteligible fuera de nuestro país). Y en eso sí disiento de Luzardo: los festivales son el primer paso de la internacionalización, porque a pesar de todo lo que nos pueda molestar de su mecánica son los espacios donde cines menores se hacen visibles y atraen la atención internacional, que no sólo equivale a reseñas en prensa o al entusiasmo de unos cuantos críticos sino que se ve representado en mayores facilidades de acceso a fondos de apoyo, más interés de programadores y en general muchas más oportunidades financieras.
¡Vaya! ¡Pedro y Julio son personas grandiosas! Son de las pocas personas aterrizadas, consientes y capaces de entender la realidad que he conocido en el medio Colombiano de Cine (por que no es industria aún). Tenían que ser un "Bruin" y un periodista de alta categoría.
Usualmente no me gusta iniciar un comentario con una disculpa, pero quisiera pedir disculpas si cometo alguna indiscreción ya que reconozco que aún no estoy muy empapado del medio, pero lo que diré lo diré de mis interacciones hasta el día de hoy con el mismo.
De lo que ambos expertos hablan se pueden observar varios puntos en común:
1. El dinero que retorne una película es importante para establecer parámetros de sostenibilidad (para no llamarlo de éxito, ya que cada quien es libre de valorar este como lo desee), así como cualquier otra actividad humana en la sociedad de hoy.
2. Ninguna película colombiana a sido financieramente viable (de nuevo no digo "exitosa" ya que los parámetros de este son enteramente personales) aún y esto debe preocuparnos más si deseamos crear una industria.
3. El gobierno no puede ser el motor de la industria ya que esto nunca ha sido exitoso en ningún país en ningún momento de la humanidad. Con gusto presentaré ejemplos y contraejemplos, pero los más simples son: Silicon Valley y Hollywood vs Cuba y Corea del Norte.
Ahora bien, difieren en los canales de ingresos más importantes, de los objetivos de las producciones, de los tipos de producciones y otros temas similares. Yo solo digo que ambos pueden tener la razón, solo que nadie en el mundo puede responder con completa seguridad "esta es la formula", solo podemos tratar de comprender tendencias e intentar nuestra mejor aproximación a la misma, así que ambos pueden tener razón en sus hipótesis de viabilidad de la actividad del cine.
Ahora bien, mi propia humilde hipótesis es que en Colombia, con toda la increíble y altamente capaz mano de obra y técnica, se puede mejorar en la "gerencia" del cine. Los productores piensan que el estreno es el final del proyecto (por que hacer una película es un proyecto, en mi concepto), las negociaciones se hacen en momentos inadecuados del proyecto (por ejemplo ¿cuantos proyectos pre-negocian distribución?¿Cuando la negocian usualmente?), los análisis acertados que recomiendan los dos grandes de este blog son hechos raramente o sin proyecciones prospectivas viables (cómo la de número de copias de estreno), y muchos otros detalles similares que he descubierto en mis interacciones con figuras del medio cinematográfico colombiano demuestran que lo que podría ayudar es simple: mayor aplicación de gerencia de proyectos en la actividad de crear, desarrollar y exhibir productos audiovisuales.
Me encantaría conocerlos personalmente y tener una reunión extensa del tema. Su experiencia y visión son refrescantes y esperanzadoras. Gracias por tomarse el tiempo de compartir sus puntos de vista y por leer los de los demás.
Un saludo David, gracias por sus comentarios. Ojalá siga la discusión, en los espacios periodísticos, en los eventos académicos, entre la gente del sector. No estaría de acuerdo con usted en la tajante afirmación de que ninguna película ha sido financieramente viable.
Primero, como no hay transparencia en la información, eso sólo se llega a saber en círculos muy cerrados. Y por otro lado hay que reconsiderar lo que se entiende por viable. Taparse de plata es claro que nadie lo ha logrado con el cine colombiano. Sobrevivir, muchos lo han hecho. Pero sospecho que a un costo personal muy alto.
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